Marx (IV): El valor de uso y el dinero

Marx (IV): El valor de uso y el dinero

El valor de uso y valor de cambio

       La primera forma en la que encontramos el capital es la de mercancía, pues esta es la base de «la riqueza de las sociedades en las que gobierna el método de producción capitalista» (K-1.1.1). Aquí estamos frente a un germen del desarrollo de la economía en toda su extensión, pues una mercancía es un objeto del mundo visto desde una perspectiva económica: «La mercancía es en primer lugar un objeto externo, una cosa, que a través de sus propiedades puede liberar alguna de las necesidades humanas» (K-1.1.1).

       Estas mercancías tienen tanto un «valor de uso» como un «valor de cambio». Es decir, una mercancía se puede consumir (por ejemplo, al comer un alimento comprado) o se puede intercambiar por otra cosa (por ejemplo, al vender el mismo alimento por dinero o al cambiarlo por otra mercancía). Toda mercancía tiene ambas características, pero un sujeto puede tratarla como una u otra. El valor de uso surge de las necesidades humanas (por ejemplo, las biológicas, pero también psicológicas o sociales). Para el agricultor hambriento, las patatas producidas pueden ser consumidas para liberarle del hambre, pero una vez que se ha saciado, el resto de patatas obtenidas pueden cambiarse por otra cosa.

       El valor de cambio es un concepto, producto de la sociedad y de la forma que tienen sus individuos de entender los objetos, los cuales al margen del sistema económico no aparecen como mercancías, sino que solo tienen valor de uso para el hombre primitivo. Es decir, solo mediante una alienación de la naturaleza de una mercancía esta puede pasar a ser comprendida únicamente en base a su valor de cambio, pues de no ser así estas se reducen a su valor de uso: «La alienación de la forma original de la mercancía se realiza a través de la externalización de la mercancía, es decir, en el instante en el que su valor de uso se reviste de la cantidad de dinero en ella representada» (K-1.1.3).

El valor ideal del dinero

       Una vez establecida una sociedad y un sistema económico, todas las mercancías pueden alinearse y entenderse únicamente a su valor de cambio, por lo que todas pueden quedar expresadas en términos de las demás (el café en hierro, el hierro en madera, la madera en lino…), incluso todas ellas pueden quedar expresadas en base a una mercancía cualquiera. Esta mercancía universal, que se usa para comparar el valor (de cambio) de otras mercancías, es, por definición, el dinero, que es «una cristalización del valor de cambio de las mercancías, que en el propio proceso de cambio […] el dinero es únicamente un instrumento material […] no la representación de un comportamiento de producción social y, por lo tanto, ninguna categoría económica» (K-1.1.1).

       Esta mercancía puede ser el oro o cualquier otra (plata, trigo, cobre…) ya que únicamente es una forma de expresar el tiempo de trabajo que una mercancía contiene, permitiendo comparar mercancías por su «equivalencia formal»: «una forma equivalente de mercancía, que tiene su forma completa en dinero» (K-1.1.1). De hecho, en distintas culturas, se usan distintas mercancías para expresar el valor de otras (como el cacao o la sal), siendo el «dinero mundial» aquel que tiene validez en todo el mundo, que básicamente son el oro y la plata. Así, el valor de una mercancía pasa a estar expresado en «un peso concreto de metal», que es el necesario para intercambiarlo por dicha mercancía, lo que es la «medida de su precio».

       La utilización del oro (y en menor medida la plata) como monedas de cambio se debe a las propiedades de estos materiales. Aunque tengan un carácter estético y simbólico que pueda servir de ostentación del poder, estos metales son ideales para conservar la riqueza, porque, a diferencia de las demás mercancías, cuyo uso es su consumición (es decir, su destrucción), los metales nobles se degradan en menor medida, por lo que conservan mejor su valor de cambio, que es la esencia de la riqueza. Además, no requieren un cuidado para mantenerse estables (a diferencia de lo que ocurre con los rebaños o los granos de trigo).

       De esta manera, el «dinero» (es decir, la riqueza inmóvil) intenta representar de manera ideal (esto es, incorruptible) el valor de una riqueza o una mercancía, pero incluso los metales nobles, en tanto que «monedas en circulación» (es decir, la riqueza en circulación), se desgastan de manera sensible (alrededor de una parte cada veinte millones). Los Estados intentan fijar ese precio idealizando el valor de la moneda, determinando que es estable hasta que pierde cierta cantidad de materia, a partir del cual deja de ser considerada válida. No obstante, el dinero adquiere su auténtico carácter ideal con la creación de los «billetes», que representan idealmente una cantidad de oro o dinero. De esta manera el dinero se convierte en «dinero de cálculo», pasa a funcionar únicamente en la cabeza de aquellos que lo usan, sin que sea necesario un solo gramo de oro: «funciona solo idealmente como dinero de cálculo o medida del valor» (K-1.1.3). Así se busca fijar el precio del oro o la mercancía que se use como valor de cambio, que en sí misma puede ser enormemente cambiante.

       Aquí encontramos un estadio superior del capital, con una característica fundamental para del desarrollo económico: la acumulación. Las mercancías representaban para el hombre primitivo la riqueza en un momento determinado en el que suplen una necesidad, pero esta mercancía de cambio general, en tanto que dinero, representa la riqueza en toda su expresión, es «el representante material de la cantidad de riqueza», por su capacidad de suplir cualquier necesidad al transformarse en cualquier mercancía: «la recién ganada forma expresa el valor del mundo de las mercancías de manera independiente del tipo de mercancía» (K-1.1.1).

       Como tal, el dinero no tiene por qué transformarse de manera inmediata en ninguna otra mercancía ni tiene por qué saciar ninguna necesidad humana de ningún tipo. Por primera vez el capital aparece de manera cuantitativa, ideal, indiferente al valor de uso. Este dinero se puede acumular, y esta acumulación no tiene límites: «El impulso de creación de riqueza es por naturaleza desmedido» (K-1.1.3). Nunca hay suficiente, por muy grande que sea la riqueza acumulada, hasta el punto de que esta pasa a estar completamente desvinculada de la satisfacción de las necesidades. El dinero pasa a acumularse por el bien de la propia acumulación: «como fanático del aprovechamiento del valor, obliga sin miramientos a la humanidad a la producción por la producción misma» (K-1.7.22).

Puedes continuar leyendo Marx (V): La creación del sistema de clases.

Citas

K-libro.sección.capítulo: Karl Marx. Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie.

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