Marx (X): Sistema de crédito y especulación

Marx (X): Sistema de crédito y especulación

     Los productos que requieren un mayor «tiempo de trabajo», es decir, que requieren mucho tiempo para producirse, como los barcos, los canales o las carreteras, requieren una inversión inicial mayor, pues hay que pagar a los jornaleros durante mucho tiempo antes de ver los resultados, por lo que al principio no se desarrollan por los capitalistas, sino por Estados o comunidades: «En las etapas no desarrolladas de la producción capitalista las empresas que requieren largos periodos de trabajo, así como grandes inversiones de capital durante largo tiempo, es decir, cuando únicamente son ejecutables por grandes inversores, son levadas a cabo o bien de manera no capitalizada, como las calles, canales, etcétera, por comunidades o Estados» (K-2.2.12).

     Sin embargo, las grandes acumulaciones de dinero, o la «formación de la riqueza», permiten que individuos particulares lleven a cabo estas inversiones, apareciendo simultáneamente el «sistema de crédito»: «lo que en sus inicios era clandestino, una ayuda modesta de la acumulación […] pero pronto se vuelve una nueva y temible arma en la lucha de competencia, y acaba transformándose en un mecanismo social monstruoso para la centralización del capital» (K-1.7.32). También surge el sistema fiscal, como una necesidad del primero: «Simultáneo al desarrollo de la producción capitalista se desarrolla el sistema de crédito. El capital económico que el capitalista no puede usar todavía en su propio negocio, es usado por otro, del cual obtiene interés» (K-2.2.17). Ahora el dinero se acumula en bancos como inversiones, en «bonos del Estado» o en acciones:

     De esta manera, la riqueza no se acumula como dinero, sino como capital, es decir, es productiva, aunque sea en las manos de otro capitalista (el banquero): «Con el desarrollo del carácter del crédito, cuyo desarrollo va necesariamente paralelo a la gran industria y a la producción capitalista, actúa el dinero no como riqueza, sino como capital, pero no en las manos de su propietario, sino en las de otros capitalistas, para los cuales queda disponible» (K-2.2.8). Con esto, el capital consigue «la capacidad de excederlo en veinte o cincuenta veces» (K-2.2.12) lo cual pasa a formar parte estructural de toda empresa: «Sin la estructura especulativa al máximo nivel no se puede avanzar hoy en día en ninguna empresa» (K-2.2.12).

     Con el surgimiento del sistema de crédito aparecen los «acreedores» y los «deudores», siendo la existencia de estos últimos la causa del hundimiento de determinados estamentos sociales en la antigüedad. Estos se caracterizan por obtener una mercancía antes de pagarla, quedando mientras tanto con una deuda que hace que su objetivo inmediato sea obtener dinero (como sea) para pagarla. En el esquema de circulación M-D-M’, realizan primero el D-M’, sin D, para hacer un M’-D’ que les permita obtener el D para saldar su deuda, o para consumirse directamente: «El dinero del crédito surge inmediatamente de la función del dinero como método de pago, en el cual los reconocimientos de deuda para las mercancías vendidas circulan de nuevo como traspaso de la exigencia de deuda» (K-1.1.3). Surge entonces la especulación, una estrategia económica con tanta fuerza como peligro, pues si bien consigue que el capitalista desarrolle proyectos muy superiores a su capacidad real, deja a toda la empresa a merced de las crisis.

     Pronto comienzan a endeudarse también los Estados, con lo que el sistema de crédito se internacionaliza: «Con las deudas públicas surge un sistema de crédito internacional» (K-1.7.42). Y esta deuda recae sobre los trabajdores, pues produce que los impuestos suban necesariamente, aunque no lo hagan de manera directa. De hecho, el pedir un préstamo le permite al Estado usar dinero sin necesidad de subir los impuestos inmediatamente, pero a costa de que estos se tengan que subir más tarde, para pagar no solamente el crédito, sino los intereses. Así se pueden poner naciones enteras a trabajar para ciertos capitalistas, los dueños de estos sistemas de crédito (como los bancos), trabajo que se suma, aunque indirectamente, al trabajador, que, después de su jornada laboral, compra con su salario mínimo una mercancía para consumir sobre la cual tiene que pagar un sobrecoste para financiar la deuda del Estado y los intereses del sistema de crédito.

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Citas

K-libro.sección.capítulo: Karl Marx. Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie.

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