Aristóteles (XVIII) – La diversidad de la vida

Aristóteles (XVIII) – La diversidad de la vida

       Usando esta metodología, podemos estudiar a los seres vivos, y en ellos encontramos encontramos similitudes, desde las más aparentemente prosaicas, como que «todos los animales tienen en común las partes con las que toman la comida y aquellas por donde la reciben» (HA 488b30), hasta las más significativas: «solo hay un sentido que es común a todos los animales: el tacto» (HA 489a17-18), de tal manera que «el animal se define por su facultad sensitiva» (PA 666a35) o la disposición de las venas «esta disposición se encuentra en todos los animales sanguíneos respecto al punto de partida de las venas [el corazón] y al curso de las principales» (HA 515a15), entre otras. Pero más allá de las características universalmente compartidas, deberíamos encontrar unos pocos géneros que agrupasen a todos los animales en función a sus similitudes.

       Sin embargo, esto no parece nada fácil, debido a la inmensa diversidad de los seres vivos y a la dificultad que presentan para ser ordenados o estudiados de alguna manera general. En primer lugar, no parece haber criterios claros con los que dividir a los animales en grupos generales. Mejor dicho, no hay un criterio único, sino una inmensa pluralidad de opciones, pues «son muchos los géneros de vida de los animales y de los hombres» (Pol. 1256a). Por ejemplo, en función de su forma de vida, encontramos que «unos son gregarios, otros solitarios […] otros alternan [entre estos modos de vida]» (HA 488a1); si observamos su alimentación, vemos que unos comen granos y frutos, otros ambos, «unos viven de la caza, otros hacen reserva de alimentos, otros no. Unos se procuran cobijo, otros no» (HA 488a20); unos viven bajo tierra, otros sobre el suelo; unos por la noche, otros por el día; unos son mansos y otros salvajes… Aristóteles nombra alrededor de cien criterios de clasificación diferentes sin que ninguno parezca ser mejor que cualquier otro.

       Además, todos estos criterios están relacionados entre sí, de tal manera que cada opción de cada criterio se puede subdividir en base a los otros, como por ejemplo en el caso de los selacios (que si bien son peces, tienen esqueleto cartilaginoso a diferencia de estos, es decir, no tienen espinas) o los cetáceos como el delfín, que viven en el agua pero son vivíparos, a diferencia de lo que es habitual. Lo mismo ocurre con las formas de locomoción, pues si bien lo habitual son las aletas en el agua y los pies o las alas en la tierra, encontramos cangrejos, que andan y viven en el agua, igual que el mencionado tritón que «no tiene pulmones sino branquias, pero es cuadrúpedo, como si estuviera hecho naturalmente para andar» (HA 589b25), y hay serpientes en ambos ámbitos.

       Además, muchos géneros engloban a una serie de animales muy distintos entre sí, de tal manera que no está claro si las divisiones que podemos hacer son arbitarias o recogen algo de la naturaleza. Esto ocurre, por ejemplo con «el género de los cuadrúpedos vivíparos [que] abarca numerosas especies, pero sin apelación común» (HA 490b30), o con el modo de vida de los animales. Estos «son acuáticos o terrestres» (HA 487a15), pero también hay anfibios; se distinguen los que «viven y se alimentan en el agua» (HA 487a15), como los peces, de los que «se alimentan y viven en el agua, pero absorben aire y no agua y se reproducen fuera del agua» (HA 487a20), como las nutrias, ratas de agua o cocodrilos. También los hay que «absorben el agua y tienen branquias, pero salen a tierra y allí obtienen la comida» (HA 589b25) como el tritón, incluso animales que viven en el agua pero no pueden respirarla, como el delfín. Es tanta la diversidad dentro del tipo «animales que viven en el agua», que no podemos tomar este como un criterio general de división…

       Y, al contrario, encontramos similitudes aparentemente no explicables al observar las analogías entre características que, a priori, no parecen vinculadas: «Entre los vivíparos [ζῳοτόκα] se encuentran […] cuantos tienen pelo» (HA 489b1) o «ningún animal tiene a la vez colmillos y cuernos, y ningún animal de los que poseen dientes en forma de sierra tiene colmillos ni cuernos» (HA 501a19); mientras que hay algunas que parecen implicar otras y no al revés, pues todos los animales que «tienen una vejiga tienen igualmente intestino, pero no todos los que tienen intestino tienen también vejiga» (HA 489a5). Quizás indiquen un origen que no esté disponible a la vista humana. Sea como fuera, los distintos grupos de géneros que podemos imaginarnos no recogen ni explican estas similitudes.

       Además, «muchas veces se solapan los géneros» (GA 732b15), de tal manera que parece que una especie pertenece a varios géneros, como ocurre con las focas (entre acuáticos y terrestres), los murciélagos o las avestruces (ambos entre aves y cuadrúpedos). Incluso las ortigas de mar y otros actinias o anémonas de mar [οἱ κνίδας καὶ οἱ ἀκαλήφας] «caen fuera de los géneros clasificados, y su naturaleza está a mitad de camino entre el vegetal y el animal» (PA 681b1). Es más, encontramos toda una serie de animales que no se pueden clasificar en ningún género, porque no comparte características esenciales con ningún otro ser vivo. El caso más notable es el del ser humano: «el hombre; bien se subdivide en especies, pero estas especies no tienen una denominación particular» (HA 490b15).

       Y, por último, también hay, sencillamente, excepciones a muchas de estas reglas, como el rape, que es el único pez sin escamas que no es vivíparo (cf. HA 505b1). Estas dificultades muestran que el estudio de los seres vivos no es una ciencia exacta. Quizá por ello el maestro nunca pudo o nunca quiso estudiarla. No obstante, Aristóteles plantea una serie de géneros entre los animales observados. De todas formas, estos no son exhaustivos ni inamovibles, pero nos pueden servir como un acercamiento al estudio general de la naturaleza.

Los distintos animales

       El que quizás sea el criterio de división más general que encontramos en los animales es la presencia o ausencia de sangre, pues «los animales se dividen en sanguíneos, como, por ejemplo, el hombre, el caballo y todos los animales que una vez han llegado a su pleno desarrollo son ápodos, bípedos o cuadrúpedos, y en no sanguíneos, como, por ejemplo, la abeja, la avispa, y entre los animales marinos, la sepia, la langosta y todos los animales que tienen más de cuatro pies» (HA 489a30).

       Estos dos grandes grupos se dividen en los grandes géneros [γένη]: «el de las aves, el de los peces y el de los cetáceos» (HA 490b5), que son sanguíneos [ἐναίμων]; así como los crustáceos, cefalópodos e insectos, que son no sanguíneos [ἀναίμων], pues «ninguno de estos tiene sangre» (PA 678a30).

       Dentro de los sanguíneos, las aves [ὄρνιθες] son seres con «alas que las caracterizan en relación a los demás animales» (HA 503b35); mientras que los peces [ἰχθύες] se caracterizan por poseer «branquias» y «escamas» (cf. HA 505a20), además de que «la clase completa de los peces es ovípara» (GA 755b5); y los cetáceos [κήτη], «son, en cierto modo, terrestres y acuáticos, pues respiran aire como los terrestres, pero no tienen patas y toman su alimento del agua como los acuáticos» (PA 697a30) y «se trata, por ejemplo, de los delfines, las ballenas y cuantos tienen lo que llamamos “aventadores”» (Juv. 476b15). Por otro lado se encuentra el género de los cuadrúpedos [τετράποδες] vivíparos y, similar a este, al de los reptiles, que son «cuadrúpedos ovíparos y cubiertos de escamas» (PA 657a20).

       Dentro de los no sanguíneos están los insectos [ἔντομα], que son «los animales cuyo cuerpo presenta segmentos [ἐντομάς], ya sobre la espalda, ya en esta y en la barriga» (HA 487a30) y «no tienen una parte ósea y una parte carnosa separadas, sino una sustancia intermedia» (HA 523b15), además de que «todos tienen, en efecto, muchas patas» (PA 682a35) y «todos los insectos ponen larvas» (GA 733a25).

       Los testáceos [ὀστρακόδερμοι] tienen una concha dura y «algunos testáceos son absolutamente inmóviles, otros disfrutan de un pequeño movimiento. Pero la naturaleza para su protección les colocó [a todos] conchas duras» (PA 683b10). Los crustáceos [μαλακόστρακα] «son animales que también caminan, por ello tienen muchas patas» (PA 683b25) y viven en el mar. Estos «tienen la parte dura por fuera y la parte blanda y carnosa por dentro» (HA 523b5). Y, por último, están los moluscos [μαλάκια], que «tienen en el exterior la parte carnosa y en el interior lo poco duro que puedan tener» (HA 523b1).

Puedes continuar leyendo la clasificación de Lineo.

Citas

  • Ediciones de Biblioteca Clásica Gredos de las siguientes obras aristotélicas:
    • GA.: Generación de los animales
    • SA: Sobre los animales
    • PA: Partes de los animales
    • Pol.: Política
    • Juv.: Acerca de la juventud y de la vejez…
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