Marx (V): La creación del sistema de clases

Marx (V): La creación del sistema de clases

       El valor de cambio de las mercancías es la base de la explotación de los trabajadores en la sociedad industrial, y el fundamento primero del sistema de producción capitalista. En una sociedad basada en el valor de uso, no en el de cambio, no existe el beneficio económico ni la necesidad de aumentar y concentrar el capital, porque este, como tal, no existe. Si el objetivo de un miembro de una comunidad es producir ropas para los demás miembros, su trabajo terminará cuando todos estén vestidos (y tengan varias mudas). Si esto le requiere únicamente dos horas al día o trabajar una jornada completa (pongamos, de doce horas) durante una semana al mes, una vez que haya producido la mercancía que sus vecinos requieren, cesa la necesidad de su trabajo. Entonces no tiene nada más que hacer, confeccionar más ropas solo haría que estas se acumularan en un almacén y acabaran pudriéndose sin usarse (sí, antes de que usásemos ropas de plástico, estas se pudrían). Así, la producción está limitada a la liberación de las necesidades humanas: «cuando una formación económica de la sociedad prima el valor de uso de un producto, y no el valor de cambio, la explotación está limitada a círculos de necesidades más o menos estrechos, pero no surge ninguna necesidad ilimitada de sobre explotación del carácter de dicha producción» (K-1.3.8).

       Cuando la sociedad se basa en el valor de cambio, la situación es completamente distinta. El valor de cambio es cuantitativo, numérico, por lo que siempre puede ser mayor de lo que es, algo que no le ocurre al valor de uso, cuyo valor reside en la capacidad para liberar de una necesidad concreta. En este caso, cuando un trabajador produce suficientes mercancías para sus vecinos con solo dos horas de trabajo diarias, siguen quedando 22 horas al día para producir más mercancías que podrá cambiar por dinero. Y cuando trabaje hasta la extenuación, puede continuar aumentando su producción contratando a otro trabajador y comprando otras tierras. A diferencia de lo que ocurría anteriormente, donde la riqueza se basaba en el trabajo real y productivo (la elaboración de una silla o la extracción de un kilo de hierro), ahora la riqueza se basa en el trabajo mismo (en la cantidad de horas que se emplea a un trabajador), sea asalariado o esclavo.

       Aquí el capital ya ha establecido los fundamentos de su desarrollo, ya se ha encarnado en un sistema y una mentalidad que busca expandir el capital sin necesidad de tener una razón para ello. Es, simplemente, su naturaleza, la forma en la que se comporta: «acumulación por el bien de la acumulación, producción por la producción misma, de esta forma explicaba la economía clásica la profesión histórica del periodo burgués» (K-1.7.22). Este «capital económico» o «capital en forma de dinero» es el «primer motor» (cf. K-2.3.8) que da fuerza a su expansión, pero requiere para ello la elaboración de un sistema de clases que permita concentrar el dinero y, así, expandirlo. Aquellos que pueden disponer de mano de obra externa, pueden incluso dejar de trabajar ellos mismos la tierra y dedicarse a contratar y organizar trabajadores. Surgen el capitalista y el proletariado, como representantes del nuevo orden social que sirve para acumular el capital expandiendo al máximo su capacidad de producción: «La producción capitalista comienza […] en el hecho primero en el que un capital individual puede emplear a una gran cantidad de trabajadores simultáneamente» (K-1.4.11).

Sistema de clases

       El sistema de producción capitalista no sólo produce mercancías y beneficios económicos, también las estructuras sociales y las clases que lo sustentan. Este sistema se fundamenta en dos clases principales, el proletariado y los capitalistas: «aquí hay únicamente dos clases: la clase trabajadora, que solo dispone de su fuerza de trabajo; y la clase capitalista, que ostenta tanto el monopolio de los métodos de producción sociales como del dinero» (K-2.3.20). Por lo tanto cualquier trabajador independiente debe ser convertido en jornalero: «reproduce, cada vez en mayor extensión, la clase de los jornaleros y transforma la inmensa mayoría de productores inmediatos en jornaleros» (K-2.1.1). Los trabajadores son «meros poseedores de las fuerzas de trabajo propias», la cual ponen a disposición del capitalista vendiéndose durante cierto tiempo (sin esta limitación, son esclavos) y los «poseedores de mercancías» disponen de ella como una mercancía más, junto con las materias primas y los instrumentos necesarios: «la propia persona, observado como un ser de fuerza de trabajo, es un objeto natural, una cosa, aunque viva y autoconsciente» (K-1.3.7). De ahí que la opinión generalizada (como la del señor Potter) sea que, para el capitalista, existen dos tipos de maquinaria: «una es inerte, la otra, viva» (K-1.7.21).

       Los trabajadores y jornaleros («el estrato más bajo de la sociedad actual» (MK-Bourgeois und Proletarier) o «la existente fuente de riqueza de la mera vitalidad del trabajador» (K-1.7.21)) son una parte esencial del proceso productivo, y como tal son consumidos, pero también mantenidos y reproducidos para que el sistema capitalista siga funcionando: «El constante mantenimiento y reproducción de la clase trabajadora mantiene la condición permanente para la reproducción del capital» (K-1.7.21). Es decir, esta clase, en tanto que clase, tiene que reproducirse para que se pueda dar la acumulación del capital. De hecho, la producción capitalista se caracteriza por producir, reproducir y mantener esta separación entre los trabajadores y los medios de producción (los jornaleros no tienen capacidad para comprar lo que necesitan para producir mercancías), de tal manera que solo el capitalista puede unir a trabajadores y mercancías para dar lugar a un beneficio: «El proceso, que el comportamiento capitalista crea, no puede se otra cosa que el proceso de separación del trabajador y la propiedad en sus condiciones de trabajo» (K-1.7.24), porque mientras el trabajador pueda acumular dinero, no se puede desarrollar el sistema de producción capitalista: «Mientras que el trabajador pueda acumular por sí mismo, y esto lo puede hacer en mientras se mantenga como propietario de sus métodos de producción, la acumulación capitalista y el método de producción capitalista es imposible» (K-1.7.25). En teoría, estos actores son relativamente cambiantes: el que hoy vende una mercancía por dinero, mañana usa ese dinero para comprar otra cosa, pero en la sociedad burguesa se convierten en estamentos sociales relativamente rígidos que expresan la esencia de cada individuo.

       Los capitalistas, por otro lado, tienen que ser pocos, por necesidad, pues si toda la población comprase para vender más caro, el precio de las mercancías subiría constantemente y nadie podría enriquecerse de ello. Además, no se daría acumulación del capital y, por lo tanto, este no podría expandirse. Por ello esta clase se adueña del privilegio de vender unas mercancías más caras de lo que las compran a unas personas que solo pueden comprar para consumir, sin vender nada: «se crea por lo tanto una clase que solo compra sin vender» (K-1.2.4). Esta clase, al comprar, recibe una «minusvalía», ya que compra algo por encima de lo que vale, cuya diferencia se lleva el capitalista. Esto ocurre con el «capital comercial», aunque es mucho más claro en el «capital usurero»: «El mismo cambio habría resultado, cuando A […] hubiese robado directamente» (K-1.2.4). Sin esta diferencia entre la plusvalía y la minusvalía, la circulación del dinero no produciría ningún beneficio: «Uno puede darle la vuelta como quiera, el resultado es el mismo. Si se intercambian equivalentes, no se produce ninguna plusvalía [… por lo que] la circulación o el intercambio de mercancías no produce ningún valor» (K-1.2.4).

       Estas diferencias sociales son «el resultado de un desarrollo histórico anterior» (K-1.2.4), pues están basadas en el orden feudal de la sociedad medieval, tras la eliminación de los gremios que se da en la sociedad burguesa. Esta se basa en la expropiación de las tierras feudales, tanto de la Iglesia como de los nobles, incluso de las tierras que se poseían en régimenes comunitarios: «El robo de los bienes de la iglesia, la enajenación fraudulenta de los dominios del estado, el latrocinio de las propiedades comunitarias, la consumada transformación usurpadora y con terrorismo sin miramientos de las propiedades feudales  de clanes en la propiedad privada moderna, estos fueron otros tantos métodos idílicos de la acumulación originaria» (K-1.7.24). Así quedó la tierra disponible para los burgueses y los antiguos trabajadores se convirtieron en proletarios disponibles para los capitalistas, ofreciéndose libremente como trabajadores asalariados: «obligarles a que se vendan libremente» (K-1.7.24). De esta manera: «la masa de la humanidad se expropió a sí misma para honrar la “acumulación del capital”» (K-1.7.25).

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Citas

K-libro.sección.capítulo: Karl Marx. Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie.

MK: Karl Marx und Friedrich Engels. Manifest der kommunistischen Partei. Bourgeois und Proletarier. 1848.

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