Marx (XII): Crisis del capital

Marx (XII): Crisis del capital

       Algunas consecuencias del capital ocurren al margen de los periodos de crisis (como el éxodo rural, la sobrepoblación o la concurrencia). No obstante, dentro del sistema de producción capitalista se suceden las crisis como resoluciones de las contradicciones internas del capital: «Las crisis son únicamente momentos de solución violenta de las contradicciones existentes, erupciones violentas que reestablecen el equilibrio perturbado momentáneamente» (K-3.3.15). De hecho, estas son constantes en el capitalismo, aunque entre ellas pueda haber ciertos periodos de prosperidad relativa: «aquella relativa prosperidad de la clase trabajadora es permitida solo momentáneamente, y siempre solo como la antesala de una crisis» (K-2.3.20). Y es que el desarrollo del sistema de producción capitalista «debe ser constantemente superado mediante crisis» (K-3.3.15).

      Una de las causas principales de las crisis económicas es la caída del ratio de beneficio, que sucede porque a medida que aumenta el capital en manos de un capitalista, este invierte más y más en métodos de producción (como maquinaria, instalaciones, nuevas tecnologías…). En un principio, por cada trabajador contratado (digamos, por una libra o un dólar) el capitalista podía ganar una unidad de dinero (digamos, otra libra u otrao dólar). No obstante, a partir de cierto número de trabajadores, si quiere seguir aumentando su producción, no bastará con contratar más personas, sino que necesitará alquilar otro taller o montar otra fábrica. Así, el beneficio que obtenga de los nuevos trabajadores contratados será una libra por cada uno, menos lo que haya costado contruir el taller. Hay, por lo tanto, que invertir más dinero para ganar lo mismo que antes por unidad invertida: «siempre es necesaria una cantidad de capital mayor para emplear la misma o una cantidad mayor de fuerza de trabajo» (K-3-3.13). Es decir, la necesidad de gastar más en instalaciones que en fuerza de trabajo produce una disminución del ratio de beneficio:

      «Esto crea con la relativa reducción progresiva del capital variable frente al constante, un compuesto orgánico mayor de capital total, cuya consecuencia inmediata es, que el ratio de plusvalía en un grado de explotación del trabajo equivalente o mayor se expresa en un ratio de beneficio general que decae constantemente» (K-3.3.13).

       Otra tendencia del capitalista es invertir en métodos de producción para aumentar la productividad con menos trabajadores. Si una nueva máquina y su operario pueden sustituir a diez trabajadores (es decir, producir las mismas mercancías), el capitalista disminuye los costes variables (los invertidos para comprar fuerza de trabajo). No obstante, también disminuye la plusvalía que se obtiene por mercancía, ya que estas tienen mucho menos trabajo introducido por unidad, por lo que su precio cae. Antes un trabajador tardaba una hora en coser un pantalón, y el capitalista le pagaba media hora como salario y se llevaba otra media hora como plusvalía, pues la mercancía se vendía por el equivalente a una hora de trabajo. Ahora la máquina produce un pantalón en cinco minutos, por lo que la plusvalía que se obtiene son solo dos minutos y medio: se da la «reducción de la cantidad de fuerza de trabajo (número de trabajadores), que son principalmente usados para poner en movimiento un capital dado» (K-3.3.15). El trabajador produce más, pero las mercancías se venden más baratas, por lo que disminuye el «ratio de plusvalía», lo que se gana por cada mercancía producida o por cada unidad monetaria invertida. En definitiva, a pesar de la reducción de costes, la bajada de los precios de la mercancías produce la disminución del ratio de beneficio.

       Esta ley recibe el nombre de «la ley de la caída del ratio de beneficio» (K-3.3.13), que dice que «cualquier cantidad concreta del capital social medio, por ejemplo, dado un capital de 100, se encarna una parte siempre mayor del mismo en medios de trabajo y una parte cada vez menor del mismo en trabajo vivo» (K-3.3.13). Y es una dinámica interna del capital, «una expresión propia del sistema de producción capitalista» (K-3.3.13), que a este le sobreviene sin necesidad de actuación externa, de voluntad individual de ciertos líderes ni de lucha contra otro sistema.

       Desde el punto de vista de los trabajadores, esto trae duras consecuencias. La inversión en métodos de producción, y no en fuerza de trabajo, da lugar al despido de la mayoría de trabajadores, pues su producción se puede desarrollar a través de maquinaria o nuevas tecnologías. Esta masa de trabajadores excluídos pasan inmediatamente a los peores sectores de pobreza. Y, además, disminuye su «fuerza de consumo», lo que es determinante para el propio capital, porque este requiere no solo la explotación de la fuerza de trabajo para formar mercancías, sino la venta de estas, que es la realización efectiva del cobro de la plusvalía (el capitalista no quiere para nada las mercancías producidas, quiere venderlas).

       Pero no solo los trabajadores sufren las consecuencias de la crisis. También los pequeños y medianos capitalistas, cuyos negocios no pueden sobrevivir a una crisis económica producida por una caída del consumo. La concurrencia entre ellos se vuelve más dura, y solo salen adelante los capitalistas más poderosos, que arrasan con los más pequeños y con los trabajadores independientes, ocupando sus mercados y concentrando el capital en sus manos: «la caída del ratio de beneficio acelera de nuevo la concentración el capital y su centralización a través de la desposesión de los pequeños capitalistas, a través de la expropiación de los últimos restos de los productores independientes, de los cuales todavía queda algo por expropiar» (K-3.3.15).

       Hay por lo tanto varias tendencias contrapuestas intrínsecas al sistema de producción capitalista, la que lleva al capital a aumentar los beneficios aumentando la producción y la que lleva a disminuir el rango de beneficios disminuyendo los precios y obligando a aumentar la inversión: «por un lado en una tendencia a la caída progresiva del ratio de beneficio y, por otro lado, en el crecimiento continuado de la masa absoluta de la plusvalía o el beneficio apropiado» (K-3.3.13).

      «La contradicción, expresada en términos generales, consiste en que el método de producción capitalista engloba una tendencia al desarrollo absoluto de las fuerzas de producción, al margen de los comportamientos sociales, que se dan en el seno de esta producción capitalista, mientras que por otro lado tiene como meta el mantenimiento del valor del capital existente y su revalorización en grado máximo» (K-3.3.15).

       No obstante, lo que disminuye es únicamente dicho «ratio de beneficio», pero la cantidad de trabajadores y el beneficio absoluto obtenido de ellos puede aumentar: «La cantidad de trabajadores usados por el capitalista, así como la cantidad de trabajo que él pone en movimiento, y por lo tanto la cantidad absoluta de plusvalía por él succionada, así como la masa del trabajo excedente y el beneficio por él producido también pueden crecer y aumentar progresivamente, a pesar de la caída del ratio de beneficio» (K-3.3.13). Aunque el capitalista tenga que gastar dinero en montar una nueva fábrica, y gane 0.7 libras por cada nuevo trabajador contratado, en lugar de una libra por trabajador que ganaba al principio, puede contratar a cien trabajadores más (frente a los, pongamos, veinte trabajadores que cabían en el primer taller). De esta manera, el capitalista ahora está ganando 20 libras con los trabajadores del antiguo taller y 700 con los del nuevo. Esto ocurre paralelamente a la inversión en métodos de producción, por lo que estos 700 trabajadores pueden ser sustituidos por 70 máquinas y sus respectivos operarios, que producirán un beneficio que permitirá al capitalista abrir una tercera y una cuarta fábrica y contratar a nuevos trabajadores que serán despedidos al invertir en nuevos métodos de producción. Así, las crisis son cíclicas. También paralelamente se produce la concentración poblacional y la sobrepoblación, por lo que en cada repetición las condiciones sociales de los trabajadores empeoran.

       Por lo tanto, la «masa de beneficio» aumenta, así como el número de trabajadores y su respectiva plusvalía.  De esta manera, el capitalista acaba ganando más dinero que antes: «un capitalista que dispone de un gran capital hace una masa mayor de beneficio que un capitalista pequeño que tiene un gran beneficio aparente» (K-3.3.13). De hecho: «Con el desarrollo del proceso que se expresa en la caída del ratio de beneficio, la masa del trabajo excedente así producido crece inmensamente» (K-3.3.15). Y, sobre todo, el capital se concentra.

       Entonces, el resultado que tenemos después de cada crisis es un proletariado empobrecido, una serie de capitalistas pequeños y «trabajadores independientes» cuyos negocios quiebran, y unos grandes capitalistas que no solo sobreviven, sino que se benefician de esta situación, al disponer de mano de obra más barata (pues los trabajadores venden su fuerza de trabajo por menos dinero, debido a la necesidad que sufren) y al apropiarse del mercado que antes ocupaban los pequeños capitalistas y trabajadores independientes. Así, el capital consigue su objetivo principal: concentrarse y expandirse. O, mejor dicho, continúa desarrollándo su dinámica interna. La crisis, por lo tanto, se produce en el sistema de producción capitalista, pero no es una crisis de dicho sistema. No es el capital el que está en peligro, pues este sigue acumulándose en cada vez menos manos (que es la esencia de su funcionamiento), sino la sociedad en la que se desarrolla este sistema. Esta queda afectada por la dinámica del capital, pero no afecta a la naturaleza y finalidad del propio sistema. La crisis se da en el seno del sistema de producción capitalista, pero no es una crisis de dicho sistema.

       Estas crisis son la consecuencia negativa del sistema de producción capitalista. Sin embargo, este tiene su función en el desarrollo de la sociedad, tiene un valor que aportar al mundo, desarrollando métodos eficientes de producción y distribución de todo tipo de mercancías a nivel mundial: «el método de producción capitalista es un medio histórico para desarrollar una fuerza productiva material y un respectivo mercado mundial» (K-3.3.15). Esto tiene una importancia fundamental para la humanidad, permitiendo desarrollar al máximo las capacidades productivas de la sociedad humana (lo que se ve claramente en la pandemia del COVID-19, donde es necesario producir y distribuir miles de millones de vacunas por todo el mundo): «Su misión histórica es el despliegue dinámico en progresión geométrica y sin miramientos de la productividad del trabajo humano» (K-3.3.15), lo cual no solo, si no que es un momento esencial del desarrollo de las sociedades humanas. Constituye, por lo tanto, una época fundamental de la historia de la humanidad en la que se produce la superación técnica de todas las anteriores:

      «la producción capitalista de mercancías se convierte en una forma de explotación que marca una época, que en el desarrollo social ulterior a través de la organización del proceso de trabajo y en el enorme aprendizaje de la técnica se transforma en una gran estructura económica de la sociedad que culmina sin parangón todas las épocas anteriores» (K-2.1.1).

       No obstante, también tiene sus límites: «no es una época del desarrollo absoluta, sino histórica, una época del desarrollo de las condiciones materiales de producción y los respectivos métodos de producción» (K-3.3.15). Sin ellos, la sociedad queda reducida a su faceta productiva, la cual arrasa con la cultura de los pueblos, con las disciplinas más excelsas del espíritu humano y, especialmente, con la vida de la práctica totalidad de los seres humanos. Es, por lo tanto una etapa necesaria de la evolución humana, que hay que pasar, pero que también hay que dejar atrás. O, al menos, limitarla. Y de hecho, el sistema de producción capitalista, tiene sus límites establecidos por sus propias dinámicas internas: «la producción capitalista crea su propia negación con la necesidad de un proceso natural» (K-1.7.24); «el verdadero límite de la producción capitalista es el capital mismo» (K-3.3.15) que lo eliminarán para volver a la cooperatividad de la propiedad: «allí se trataba de la expropiación de la masa del pueblo a través de unos pocos usurpadores, aquí se trata de la expropiación de unos propios usurpadores a través de la masa del pueblo» (K-1.7.24). Las clases concretas creadas por el sistema de producción capitalista, así como la creación de crisis sociales cíclicas, serán las causas de su propia destrucción, pues esta ocurrirá de la mano del proletariado y será la revolución comunista.

Puedes continuar leyendo Marx (XIII): Comunismo.

Citas

K-libro.sección.capítulo: Karl Marx. Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie.

Puedes compartir esta entrada en tus redes sociales: