Aristóteles (XV) – La nueva metafísica (II)

Aristóteles (XV) – La nueva metafísica (II)

octubre 30, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

       Como se vio en el curso de física, los seres están compuestos de tres principios, son realidades hileomórficas, y de estos se puede decir que son entidades. Tenemos, por lo tanto tres sentidos de la entidad, como materia, como forma y como compuesto: «la entidad sensible: la una como materia; la otra como forma y acto; la tercera, a su vez, la compuesta por estas» (Met. 1043a25, similar en Met. 1029a1), es decir, «la individual compuesta de aquellas, como Sócrates o Calias» (Met. 1070a10). Así, por ejemplo, «el alma es la entidad primera, el cuerpo es la materia y el hombre o el animal es el compuesto de ambos» (Met. 1037a5).

       La materia es el sustrato sobre el que se aplican todas las determinaciones que forman un objeto, pero esta no es entidad (cf. Met. 1029a25) porque es, por definición, la sustancia indeterminada, mientras que una entidad es «el ser algo determinado» (Met. 1029a25). Por lo tanto, nos quedan «dos tipos de entidad, el compuesto y la forma» (Met. 1039b20), de tal manera que «la entidad es la forma inmanente de la cual, juntamente con la materia, resulta la que llamamos entidad compuesta» (Met. 1037a30). Y el compuesto concreto (Met. 999a33), el individual sensible, es lo real. Solo de este puede haber definición: «hay un tipo de entidad de la cual puede haber definición y enunciado: la compuesta» (Met. 1043b25). Y «en algunos casos no existe un esto aparte de la entidad compuesta» (Met. 1070a10), solo en algunos casos, como en el caso del alma. Este compuesto es lo que queda recogido por la definición, es la esencia; es uno, igual que las definiciones siempre definen algo uno, no una multiplicidad ni una agrupación desordenada: «la entidad significa algo que es uno y determinado» (Met. 1037b25); y es propia: «la entidad de cada cosa es la propia de cada cosa que no se da en ninguna otra» (Met. 1038b10).

       Hay, por lo tanto, tres tipos de sustancias que satisfacen esta explicación: las corruptibles, las eternas móviles y las inmóviles (o, mejor dicho, la eterna inmóvil): «Tres son, por su parte, las entidades. Una de ellas es sensible. De ésta, a su vez, la una es eterna y la otra es corruptible […] La otra, por su parte, es inmóvil» (Met. 1069a30). Y «Por eso hay tres clases de indagación: una sobre lo inmóvil, otra sobre lo que es movido pero es indestructile, y otra sobre las cosas destructibles» (Fís. 198a30).

       «Se llaman “entidad” (1) los cuerpos simples –por ejemplo, la tierra, el fuego, el agua y cuantos son tales– y, en general, los cuerpos y sus compuestos, animales y divinidades, así como sus partes. Todas estas cosas se dice que son entidad porque no se predican de un sujeto; al contrario, las demás cosas se predican de ellos» (Met. 1017b10).

       Sin embargo, las entidades que cumplen esta definición por antonomasia son los seres naturales, que son «unánimemente aceptadas» (Met. 1042a5), hasta el punto de que «cabría establecer que en el ámbito de las cosas corruptibles entidad es solamente la naturaleza» (Met. 1043b20). Estos seres son independientes, son sujetos de los atributos que los definen, pero no se identifican con ellos, son imanentes, irreductibles a otros principios, incluso tienen la capacidad de generarse a sí mismos. Así, «las realidades naturales […] son las entidades por excelencia» (Met. 1034a1); «cada entidad es un acto perfecto y naturaleza limitada» (Met. 1044a5); «el hombre, en tanto que hombre, es uno e indivisible» (Met. 1078a20).

       Es más, los casos paradigmáticos del término «entidad» o «sustancia», usados desde los Tópicos hasta la Metafísica, son realidades biológicas, como «Es entidad –para decirlo con un ejemplo–: hombre, caballo» (Cat. 2a1), y estos son los ejemplos de la sustancia sensible corruptible en la Metafísica: «por ejemplo, las plantas y los animales» (Met. 1069a30). Es decir, un hombre concreto (Sócrates o Corinto) son sustancias, igual que los caballos concretos o los demás animales. En AII da ejemplo de números como entidades (cf. AII 27a20) en los que el argumento reconstruído sería: «entidad se predica de todo animal», «entidad se predica de todo número», pero «animal no se predica de ningún número».

       Así se puede explicar la generación de las sustancias de manera inmanente (sin necesidad de recurrir a principios externos), y sin el amontonamiento absurdo de ideas, realidades matemáticas y principios que eran necesarios en la metafísica platónica para explicar la existencia de un único individuo: «aquellos universales no existen, ya que el individuo es principio de los individuos» (Met. 1071a15). Todo esto no es necesario porque las sustancias tienen la causa de su propio ser en sí mismas, en la propia sustancia, así como en las que le preceden: «toda entidad se genera de algo del mismo nombre y esencia» (Met. 1070a5). De hecho, son las únicas entidades capaces de llevar a cabo una generación absoluta, es decir, que se genera un individuo completo donde antes no lo había, a partir de un individuo (que no deja de existir en el proceso). Así, «el hombre engendra al hombre, el hombre individual a algún otro en particular» (Met. 1070a25) y lo que es válido «en general, un animal, animales, y una planta, plantas» (EE 1222b15).

       «En lo referente a la generación siempre tiene más fuerza lo particular y lo individual […] en la generación actúan lo individual y lo general, pero más lo individual: pues eso es la entidad» (RA 767b30)

       Nótese que aquí ya se ha perdido la primera persona del plural para referirse a las teorías platónicas, pues estos a partir de ahora solo serían «amigos nuestros» (EE 1096a10), pero Aristóteles ya no se identificaría con ellos. Estamos ante una nueva metafísica, la de la sustancia imanente. Y esta es incompatible con la existencia de ideas como entidades, pues entonces estas serían impredicables, «son necesariamente entidades y no se dicen de un sujeto [mientras que las realidades singulares] serán por tanto, por participación» (Met. 1031b15), es decir, que aquellas serían independientes y determinadas y estas no. Y, por el contrario, abre la puerta al estudio de los seres vivos como nunca antes se dio en la historia: «nos esforzamos en establecer distinciones precisas también acerca de las entidades sensibles» (Met. 1037a10).

Puedes continuar leyendo la reformulación de la teoría platónica.

Citas

  • Ediciones de Biblioteca Clásica Gredos de las siguientes obras aristotélicas:
    • Met: Metafísica
    • EE: Ética a Eudemo
    • GA.: Generación de los animales
    • AII: Analíticos II
    • Cat.: Categorías
    • Fís.: Física
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