Marx (I): La ideología alemana

Marx (I): La ideología alemana

«los filósofos únicamente han interpretado el mundo de maneras diferentes,

ahora se trata de cambiarlo» (TB11).

       En el siglo XIX, el sistema hegeliano ha acaparado por completo la mentalidad alemana y la filosofía europea. Todos los filósofos quieren contribuir a esta discusión, todas las academias se sustentan sobre una filosofía, todos los académicos estudian este sistema capaz de contener en sí la totalidad del mundo. Al menos, un sistema que contiene el movimiento esencial del espíritu absoluto, lo que explica la realidad desde la materia y las fuerzas primigenias, hasta la religión y el absoluto, pasando por la sociedad, el Estado, la moral… Todo ello como consecuencia de las dinámicas internas de este espíritu, cuyo desarrollo es el desenvolvimiento de la historia del ser humano, de la filosofía y de la humanidad. Hegel ha explicado el mundo al completo.

       Pero esto no transforma la sociedad. Este sistema no busca cambiar el mundo: «de ninguna manera combate el mundo auténtico actual» (DI-Feuerbach). Tanto la historia general de la humanidad como la historia de cada individuo no está determinada por unas reglas abstractas y teóricas de un supuesto espíritu universal que pareciera regir el mundo desde ninguna parte. Al contrario, las épocas históricas que constituyen el desarrollo social, pero también el rango de acción individual, están determinadas por las condiciones materiales: el acceso a un metal como el hierro, el descubrimiento de la pólvora, la capacidad de comprar –o no– un martillo… Y esto no lo explica la filosofía del siglo XVIII. Hace falta, por lo tanto, una «filosofía del futuro» que tenga la capacidad de cambiar la sociedad para hacer el futuro mejor:

      «a ninguno de estos filósofos se le ha ocurrido preguntar por la unión entre la filosofía alemana y la realidad alemana, entre la unión de su crítica teórica con su propio entorno material» (DI-Feuerbach)

       Y la sociedad moderna está completamente determinada por el surgimiento de la industria, el desarrollo del sistema de producción capitalista y el dominio de la sociedad burguesa: «el comportamiento de la industria, principalmente del mundo de la riqueza, con la esfera de lo político es el principal problema del tiempo moderno» (KH). Con la llegada del llamado capitalismo puede por primera vez interpretarse la historia en base a las leyes internas del desenvolvimiento del capital, comprendiendo por primera vez la relación entre los medios de producción y el ser humano, una realidad que siempre ha estado ahí, pero que el capitalismo hace obvia, al basar la totalidad de la sociedad en ella. Surge así el materialismo histórico, es decir, la interpretación de la historia en base a sus condiciones materiales. El materialismo histórico es

      «una concepción del desarrollo de la historia mundial, que ve las causas finales y los movimientos de fuerza determinantes de todos los resultados importantes de la historia en el desarrollo económico de la sociedad, en los cambios de los métodos de producción e intercambio de mercancías, en la separación de la sociedad en distintas clases y lo que de ahí surge, como de la lucha de estas clases entre sí» (ES).

       «Material» significa no únicamente la materia o la naturaleza en sí, sino la relación que el hombre establece con ella. Los «comportamientos» y «fuerzas de producción» determinan la historia del hombre, por lo que la palabra «material» hace referencia a lo empírico, científico o real, frente al espiritualismo especulativo y abstracto de la filosofía alemana anterior que «trata del pensamiento puro» (DI-Feuerbach). Parte por lo tanto de la premisa de que lo que la realidad está constituida por «los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de vida, tanto las preestablecidas como las que crean a través de su acción» (DI-Fuerbach).

       Por lo tanto, la historia del hombre comienza cuando puede producir sus «medios de supervivencia», y la forma en lo que estos producen dichos medios está determinada por las características del medio. Pero, a su vez, lo que son los hombres y las sociedades que estos forman queda determinado por el acceso o la ausencia de unos u otros medios: «tal y como expresan su vida los individuos, así son. Lo que son va en concordancia con su producción, tanto respecto a lo que producen, como también respecto a cómo producen. Así, lo que los individuos son depende de las condiciones materiales de su producción» (DI-Feuerbach). Y es en base a estas condiciones materiales como hay que interpretar el desarrollo de las sociedades humanas. Es, por lo tanto, un sistema opuesto al hegeliano, en tanto que concreto donde este era abstracto, ya que estas construcciones teóricas «para la masa de personas, es decir, el proletariado, estas representaciones teóricas no existen» (DI-Feuerbach).

      «mi método dialéctico es respecto a su fundamento, no solo diferente al hegeliano, sino su opuesto directo. Para Hegel es el proceso del pensamiento, que él incluso transforma en un sujeto autónomo bajo el nombre de «idea», el demiurgo de lo real, que únicamente constituye su fenómeno externo. En cambio, para mí lo ideal no es nada más que lo material realizado y traducido en la mente del hombre» (K-N).

       No obstante, el sistema marxista es también análogo al hegeliano, pues aunque invierta la concepción de la realidad del espíritu y de la materia, plantea el mismo esquema de desenvolvimiento de la realidad en base a unas características internas de una suerte de entidad. Es decir, lo que era «el espíritu» en Hegel es «el capital» en Marx. Aquel decía que la realidad es el desarrollo del espíritu absoluto, mientras que este plantea que la realidad está determinada por el desarrollo del capital, pero en ambos casos este proceso está guiado por unas dinámicas internas inevitables una vez que están puestas en juego. Por eso ambos se «desenvuelven», formando a su paso distintas realidades. Donde Hegel estudiaba el surgimiento del Estado o de la religión, Marx analiza el desarrollo del comercio internacional o del sistema de crédito. Además, hay un claro carácter dialéctico-hegeliano en la exposición de los procesos de circulación de las mercancías y el dinero («coquetea incluso aquí y allá en el capítulo sobre la teoría del valor con la forma de expresión propia de él [de Hegel]» (K-N)), que llama «el movimiento de la metamorfosis del mundo de las mercancías» (K-1.1.2), análogamente a como el espíritu hegeliano fluía creando la realidad. El sistema marxista es el opuesto al hegeliano, no porque se niegen en todos sus aspectos o porque sean completamente indiferentes o incompatibles el uno con el otro, sino porque teniendo la misma esencia, surgen de realidades opuestas.

Puedes continuar leyendo Marx (II): La sociedad burguesa.

Citas

TB: Karl Marx. Thesen über Feuerbach. 11.

DI: Marx und Engels. Die deutsche Ideologie. I Feuerbach. Die Ideologie überhaupt, speziell die deutsche Philosophie.

KH: Marx. Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie. Einleitung.

ES: Engels. Enwicklung der Sozialismus. Einleitung zur englischen Ausgabe.

K-libro.sección.capítulo: Karl Marx. Das Kapital: Kritik der politischen Ökonomie.

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