Lee la introducción

Lee la introducción

octubre 21, 2018 1 Por Alberto Buscató Vázquez

            Scripta manent, verba volant. Lo escrito permanece en el tiempo, pero como la piedra muerta, lo oral vuela libremente, pero se nos escapa. La música rap es una realidad viva, una cultura de transmisión oral que, por lo tanto, es dinámica, cambiante, capaz de adaptarse a cada tiempo, autor y momento vital de cada escritor. Así, este género presenta una doble realidad, la musical y la literaria. La mejor forma de entender un género musical, es vivirlo, escucharlo, componerlo… Pero hay algo que puede hacer un libro y que el rap oral no puede hacer: captar, fijar, recopilar, interpretar, analizar, comparar… con vistas a descubrir poco a poco la belleza que se esconde en el rap entendido como una realidad literaria.

            Como tal, el rap debería de ser considerado un género discursivo capaz de realizar aportaciones a la lengua española. Estas aportaciones van más allá que la mera recopilación y repetición de esquemas clásicos (nada desdeñable) hasta la creación de formas de expresión propias, genuinas, originales. Estas características genuinas permean la temática, el formato, el ornato lingüístico usado… abarcando una gran cantidad de elementos que lo constituyen. Ya se ha propuesto considerar al rap un género discursivo consolidado (véase Jiménez Calderón, 2014, quien se fundamenta en la definición clásica de Bajtín para los géneros discursivos).

            Este libro está escrito bajo esa idea, consciente de que la vivencia del rap es lo genuinamente real, pero buscando recopilar las manifestaciones artísticas y poéticas con valor para la lengua española, en una cultura en la que participan gran parte de los jóvenes (y cada vez más no tan jóvenes) del finales del siglo XX y, principalmente, del siglo XXI, por haber sufrido una gran explosión cultural en este momento. Conocer el arte que se esconde tras esta música nos permitirá conocer un poco mejor la sociedad en la que vivimos y, especialmente, las nuevas generaciones.

            Esto es verdaderamente importante cuando estamos frente a una cultura que es en gran medida desconocida y prejuzgada injustamente. Como todo lo que no se conoce socialmente y, especialmente, las culturas que surgen con un crecimiento exponencial, en poco tiempo se crean una maraña de manifestaciones y expresiones que son difícilmente comprendidas y fácilmente juzgadas. Especialmente, si estas manifestaciones son críticas con el poder y la política, ya que no cuentan con ningún apoyo de dichas fuerzas. Así, el bosque no nos permite fijarnos en los árboles, y conociendo el tapiz que forman las hojas exteriores, creemos conocer la profundidad de sus raíces y la amplitud de su tronco. Un análisis detallado, en profundidad, nos permitiría conocer la belleza de lo estructural, el núcleo esencial, tan apartado de los tópicos y los juicios superficiales que se aplican a esta cultura.

            A este respecto, Pujante Cascales, doctor en literatura española por la Universidad de Murcia, dice, tras realizar un estudio sobre este tema, que: “este análisis nos ha servido, en primer lugar, para darnos cuenta de que muchos de los prejuicios que se tienen sobre el rap desde posiciones académicas son infundados. Para muchos especialistas en música o en literatura, las rimas de los raperos no pueden entrar en comparación con las de la poesía “seria” […].  Desde el otro punto de vista, el de los raperos, también existen prejuicios, ya que suelen ver la retórica como un campo anclado en el pasado y lejano a sus gustos[1].

            En lugar de alargarme sobre este tema, permítanme mostrarles lo que el rap puede ser y es, con manifestaciones artísticas delicadas y cuidadas, de la mano de Rafael Lechowski, que nos muestra la absoluta finitud humana frente a la divinidad de la música, la entrega de un hombre al arte, un hombre que, siendo una mota de polvo en el universo, es capaz de amar y crear música (como diría en Larga brevedad, “el hombre es un átomo donde cabe un universo entero”):

“Déjame quedarme,

reencarnarme en una gota

en medio del desierto azul

o conviérteme en aire.

En un rayo de sol,

en un grano de sal,

conviérteme en nadie,

con tal de que pueda quedarme

a escuchar esta nota”[2]

– Rafael Lechowski –

             O estos otros versos, esta vez de Pablo, un rapero de Zaragoza, que nos muestra su actitud frente al final de la vida, pese a la ausencia de fe en una vida ultraterrena, el autor dice haber disfrutado de esta al máximo y hasta el final:

 “Ya no noto el frío que debería.

Tengo a mi lado una poesía

de frases vacías.

El final del último día.

Sonrío cuando miro atrás

porque no creo en un mesías.

Cuando dejo de notar el frío

es cuando lo demás se enfría,

cuando cae la última gota de energía.

En el final del último día,

mirando atrás me siento satisfecho

cumplí con la travesía.

En el cielo no hay aforo,

no puedes pagar entrada.

Escucha al amor,

el odio no susurra nada”[3]

– Pablo, Grand Groove –

             Pero no nos engañemos: el rap no es poesía. El rap es una música descastada, sin pudor, marginal y agresiva, en ocasiones. Pero lo que la mayoría de la gente desconoce es que, en una gran cantidad de otras ocasiones, no es así, presentándose como una música elevada, culta, profunda y delicada. Pero, lo que es más importante es que, sea como fuere el rap, el arte no entiende de clases ni de edades y, si me permiten, creo que tampoco entiende mucho de formatos. En las siguientes páginas vamos a adentrarnos en el rap, desde la perspectiva del ornato lingüístico. Vamos a intentar acercarnos a la superficie del núcleo del arte que hay en el rap. Así de modesto es nuestro objetivo, pues el verdadero arte de esta música sólo se revela cuando un oyente, alejado de cualquier prejuicio negativo y con un oído educado por el tiempo, se acerca a este género, con la mirada limpia. Un buen profesor mío siempre decía que el verdadero arcanum se abre sólo desde dentro.

             Hay mucha tendencia a considerar el rap como una música sin valor temático o lingüístico, una música violenta, agresiva y superficial. Este prejuicio está motivado por el hecho de que los temas más sonados y que más han atraído a los medios de comunicación, están basados en la competición y la agresión verbal, así como una actitud crítica que caracteriza al rap desde su origen, y nunca es aceptado por quienes son criticados. Pero también es debido a una falta de estudios que profundicen en el verdadero valor artístico que pueden tener las composiciones de rap. No dejemos que los árboles nos impidan ver el bosque. Abordemos, entonces, ese estudio.

             Este estudio se centra en el rap español, que presenta una gran cantidad de manifestaciones artísticas del más alto nivel. Y es que, el rap español presenta sus propias características, alejadas del rap americano y de su estilo. “La recepción del rap afroamericano, […] por parte de grupos juveniles europeos, no se ha reducido a una mera repetición de esquemas socio-culturales, sino que ha puesto también en marcha un proceso de creatividad autónoma.” Así, “el verso isocrónico típico del rap afroamericano  […] sufrirá una importante transformación en lenguas como el español […] con esquemas acentuales y morfológicos muy diferentes”[4], por ejemplo. Aunque el origen siempre permea la esencia, el rap (en origen marginal y agresivo) se escapa con el tiempo de estas categorías, alejándose de ellas y creando la necesidad de definir el rap con otros conceptos.

Resumen del libro

             Lo que aquí vamos a presentar son las figuras retóricas del rap español del siglo XXI (que es la delimitación de nuestro trabajo). Estas figuras retóricas son licencias que se han utilizado durante gran parte de la historia de la literatura para embellecer el texto. Giros del lenguaje, sustituciones de significado, dobles sentidos… son elementos que convierten un texto plano y monótono en una composición artística y de gran belleza (entre otros elementos).

             Como veremos, los raperos actuales hacen un gran uso (magistral en muchas ocasiones) de las figuras retóricas clásicas. Así, es difícil encontrar una canción de rap donde no haya varios de estos recursos, utilizados consciente o inconscientemente, pero dando el mismo resultado: un embellecimiento del texto. Pero, más allá, encontramos canciones que están puramente dedicadas a esta cuestión, constituyendo la totalidad de la canción (cuya transcripción suele ser de varias páginas de largo) un homenaje a una determinada figura retórica, como la extrema aliteración de Efectos vocales de Nach, el dialogismo de Lola de Chojin o el cacófaton de La danza de los muertos de League of losers. También podemos encontrar gran cantidad de figuras distintas en un solo autor o una sola canción. Para este respecto, remito a los trabajos de Olof Åkerstedt (2008) y Pujante Cascales (2009), que tratan varias figuras retóricas en una o unas pocas canciones.

             Pero, como toda cultura naciente, el rap no se ha quedado ahí, en la mera repetición (y radicalización) de estas figuras, sino que es capaz de aportar su granito de arena a este ámbito, aportando figuras propias, que no se han conocido en otras manifestaciones artísticas y que se deben a las características propias de este medio. Así nos vamos a encontrar con figuras retóricas realizadas por dos participantes (y que, cuando no está uno de ellos, la figura retórica desaparece, siendo necesaria la presencia de ambos autores) o elementos que se catalogarían entre la figura retórica y el extranjerismo. Son los casos de pronunciación modificada, tautograma cruzado, varios tipos de rimas, la sinalefa entre vocales distintas, la distribución nominal, modificaciones de refranes y la inversión textual.

             Vamos a estudiar estas licencias lingüísticas con toda la profundidad posible, analizando las distintas figuras, que se explicarán brevemente, y poniendo los ejemplos más representativos que hayamos encontrado en el género musical comentado.

Método

            A diferencia de otros trabajos realizados en el ámbito, para este estudio no contamos con una delimitación concreta del corpus, es decir, no vamos a estudiar un número concreto de canciones, sino que recogeremos ejemplos allí donde estén, contando con una gran cantidad de composiciones, recogidas al final en la bibliografía. Aunque si es cierto que tenemos una delimitación del objeto de estudio, que es el rap español del siglo XXI.

             El método de definición de corpus y posterior estudio conlleva, en primer lugar y como razón principal, limitar el estudio y forzar el corpus escogido a cuadrar con los elementos estudiados (ver figuras retóricas donde no las hay, usar ejemplos muy débiles…). Además, nos puede llevar a conclusiones erróneas (definiendo como elementos comunes del rap –en general- los elementos que hemos encontrado en nuestro corpus –particular-).

            Aquí vamos a seguir el método contrario, que considero mucho más natural. Vamos a estudiar las distintas figuras retóricas (exponerlas clasificadas, explicarlas…) y vamos a buscar ejemplos representativos en el rap.

Para quién va dirigido

            Quienes sean oyentes habituales de rap, creo que este libro puede ayudarles a disfrutar más de su música, así como llamar su atención sobre el valor de esta y permitirles fijarse en elementos que quizás pasarían por alto en otras ocasiones.

             Para los que vengan del ámbito académico, espero que puedan encontrar una nueva vía de investigación, viendo el arte literario que se encuentra en estas manifestaciones musicales. Así, el estudio del rap como un género literario permitiría recoger aportaciones para la lengua española, siendo fiel representante de la época en la que viven y uno de los catalizadores más importantes de las capacidades artísticas de varias generaciones.

             Espero que pueda ayudarles a acercarse más a esta música, a juzgarla con justicia y a obtener nuevas ideas, que no surgen de mí en ningún caso, sino de los cantantes que cito. En algunas ocasiones remito explícitamente a la canción que cito, pero allí donde no es explícito, que se considere implícita la petición de escuchar la canción en cuestión. Eso sí, paciencia. Como cualquier género musical, el rap no es fácil de escuchar, y con una primera aproximación no seremos capaces de apreciar su valor.

          Además, por la forma en la que está escrito, el libro puede ser usado como recurso didáctico. De hecho, me consta que ya hay varios profesionales de la educación trabajando con él en diversas instituciones educativas.

No están todos los que son: siempre hay mucho más

            He intentado en la medida de lo posible que los ejemplos usados provengan de una muestra representativa de autores del panorama de rap español. Hay autores nuevos, más clásicos, conocidos y menos conocidos, de varias partes de España, que hacen uso de varios estilos… sin embargo, no son, ni mucho menos, todos los que deberían ser, ya que sería imposible nombrarlos a todos ellos. Quién conozca el panorama del rap, se dará cuenta de que faltan autores muy importantes, mientras que hay otros de menor calado que han sido citados. Está hecho a propósito, pues considero muy positivo poner en valía el arte de autores que están empezando.

 

Para obtener más información sobre el libro, podéis consultar esta página.

 

[1] Pujante Cascales, B.: La retórica del rap. Análisis de las figuras retóricas en las letras de violadores del verso.

[2] Rafael Lechowski. In-extremis. En Donde duele inspira. 2007.

[3] Pablo. Todo se acaba. En Grand Groove II. 2011.

[4] Santos Unamuno, E.: El resurgir de la rima: los poetas románicos del rap.

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