Aristóteles (X) – Los elementos

Aristóteles (X) – Los elementos

septiembre 17, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

       Los cuerpos naturales se constituyen todos en base a unos cuerpos simples, los «elementos» que forman los demás cuerpos: «es elemento, entre los cuerpos, aquel en que los demás cuerpos se dividen y que está intrínsecamente presente […] mientras que él mismo es formalmente indivisible en otros cuerpos» (SC 302a15); «lo primero de-lo-cual algo se compone, siendo aquello inmanente en esto y no pudiendo descomponerse, a su vez, específicamente en otra especie distinta» (Met. 1014a25). A partir de estos se forman los cuerpos compuestos (de otros cuerpos –simples–): «La totalidad de los cuerpos combinados ―que están ubicados en la región en torno del centro― se componen de todos los cuerpos simples» (GC 334b30). Es decir, el elemento es «lo primero de-lo-cual algo se compone, siendo aquello inmanente en esto y no pudiendo descomponerse, a su vez, específicamente en otra especie distinta» (Met. 1014a25).

       Estos elementos son cuatro, «los cuerpos de apariencia simple: fuego, aire, agua y tierra» (GC 330b1, cf. SC 268b30). Y son ya entidades hileomórficas, es decir, además de la materia que les constituye, constan de ciertas «diferencias y contrariedades primarias» (GC 329b15), a saber, las dos parejas de contrario que forman lo frío y lo caliente por un lado, y lo húmedo y lo seco (o, digamos, líquido y sólido) por otro: «caliente y seco [fuego], húmedo y caliente [aire], y luego frío y seco [tierra], y frío y húmedo [agua]» (GC 330b1), de tal manera que «todas las demás diferencias se reducen a las primeras cuatro, pero estas no pueden ser reducidas a un número menor» (GC 330b25). La tierra es el elemento más grave, por lo que «subyace a todos» (SC 312a1), es decir, la encontramos en el suelo; mientras que el fuego es el elemento más leve, es decir, «el que se superpone a todos» (SC 312a1), por lo que tiende hacia arriba. Entre estos dos se encuentran el agua (menos grave que la tierra) y el aire (menos leve que el fuego), siendo el agua más grave que el aire, como muestra la experiencia más cotidiana: «el fuego y la tierra son los cuerpos extremos y más puros, mientras que el agua y el aire son los intermedios y más combinados» (GC 330b30).

       Además, «cada uno posee una afección que le es simplemente propia: la tierra posee la afección de lo seco más que de lo frío, el agua la de lo frío más que la de lo húmedo, el aire la de lo húmeo más que la de lo caliente, y el fuego la de lo caliente más que la de lo seco» (GC 331a1). Estos elementos «pueden generarse de todos [unos de otros]» (GC 331a20), por lo que «la generación de los cuerpos simples ha de ser cíclica» (GC 331b1). Esto se da de manera gradual, pues cada elemento puede darse en cierto grado en acto y en potencia: «lo caliente y lo frío poseen un mayor o menor grado, cuando el uno es absolutamente en acto, el otro existirá en potencia» (GC 334b10). Por ejemplo, si el agua (fría y húmeda) se calienta, pasa a ser aire (caliente y húmedo), y si este se seca daría lugar al fuego, de tal manera que «todos los elementos no pueden reducirse a uno solo» (GC 332a5), pero surgen unos de otros.

       Otras realidades del mundo natural estarían compuestas de estos, como la madera, que se puede transformar en fuego y tierra fácilmente: «también la carne y la médula se generan a partir de estos elementos» (GC 334a25). Y cada uno de los elementos da cierta característica a cada compuesto: «la tierra está presente en todos los cuerpos, debido a que cada uno de ellos se halla principal y más abundantemente en su lugar propio; el agua está presente, porque el compuesto debe estar delimitado y el agua es la única entre los cuerpos simples con capacidad de delimitarse fácilmente y, además, porque la tierra no puede permanecer firme sin la humedad: ella es lo que la mantiene compacta, pues si la humedad fuera completamente extraída de la tierra, esta se desharía […] el aire y el fuego, por su parte, les pertenecen, porque son los contrarios de la tierra y del agua» (GC 334b30‒335a5).

       Los elementos simples también son aquellos que «tienen por naturaleza un principio de movimiento» (SC 268b25), de tal manera que «las que tienen peso [se encuentran] en el centro, las que tienen ligereza, lejos del centro; y esta es la disposición que tiene el mundo» (SC 300b20). Así, la gravedad o levedad son la capacidad de un cuerpo para moverse linealmente: «llamamos “leve” sin más a lo que se desplaza hacia arriba y hacia la extremidad, “grave” sin más a lo que se desplaza hacia abajo y hacia el centro» (SC 308a25), en ambos casos linealmente y en el mismo ángulo, aunque en dirección opuesta: «resulta evidente que siguen ángulos semejantes el fuego al ascender y la tierra, y todo lo que tiene gravedad, al descender. De modo que necesariamente se desplazarán hacia el centro» (SC 311b34‒38).

       Por eso los cuerpos graves, por lo tanto, como los creados en base a la tierra y al agua, se desplazan hacia el centro del universo, acumulándose ahí, ya que «lo grave sin más [es] aquello que queda por debajo de todo lo demás» (SC 311a15). Y cuando se les cambia de sitio violentamente, es decir, de manera artificial, contra natura, tienden a volver a su posición natural, pues «a la tierra le fue asignado el lugar más central y hacia ella descienden todas las cosas terrestres, aunque las impulses hacia arriba, lo cual es un signo de que es su espacio natural» (Fil. 19b). Los elementos menos graves quedarían alrededor, como el aire rodeando la tierra y el agua y, más allá, el fuego, aún más liviano que el aire. La estructura del mundo, por lo tanto, surge de manera natural: «si uno cambiara de sitio la tierra poniéndola donde ahora está la Luna, no se desplazaría cada una de sus partes hacia ella, sino a donde se halla ahora» (SC 310b1).

       Estos movimientos serían características intrínsecas de los cuerpos, pues no parecen estar causados por nada externo: «algunos cuerpos poseen necesariamente un impulso de gravedad o de levedad» (SC 301a20), incluso definitorias de los elementos, pues «cada uno de los elementos se define con arreglo a cada uno de los movimientos» (SC 276b5).

Puedes continuar leyendo la estructura del cosmos en Aristóteles.

Citas

  • Ediciones de Biblioteca Clásica Gredos de las siguientes obras aristotélicas:
    • Fís.: Física
    • GC: Sobre la generación y la corrupción
    • SC: Sobre el cielo
    • Met: Metafísica
    • Fragmentos
      • Fil.: Περὶ φιλοσοφίας
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