Los inventos de Al-Jazari

Los inventos de Al-Jazari

          La obra de al-Jazari es la máxima expresión de la tecnología musulmana del momento y, como tal, un símbolo de la capacidad cultural del mundo árabe, además del inicio de la robótica y la automatización. El libro del conocimiento de dispositivos mecánicos ingeniosos (الجامع بين العلم والعمل النافع في صناعة الحيل ) es, por lo tanto, una obra maestra de la humanidad en donde se recogen innovaciones que todavía son útiles para nuestra sociedad, como el cierre del reloj de candela (bayonet mount), o las bombas de agua tiradas por animales o por una corriente de agua, la primera mención a un mecanismo de crank-slider, que transforma el movimiento circular en lineal (quinta categoría, capítulo quinto) o un instrumento para medir el centro de tres puntos (sexta categoría, capítulo segundo). Además, en ellos utilidad, arte y lujo se unen, algo que se expresa especialmente en las fuentes que cambian sus patrones automáticamente o el diseño de la puerta de la categoría sexta, capítulo primero.

          Esta obra, como suele ocurrir en los trabajos científicos, es una muestra de la universalidad del conocimiento humano. Al-Jazari recurre a ideas de autores griegos (Arquímedes, Herón de Alexandría, Filón de Bizancio, Apolonio), indios («the indian carpenter«) y chinos (claramente mostrado en el reloj del elefante), así como de otros autores árabes, como los hermanos Ben Musa o Ibn Sati, las cuales se enmarcan en proyectos más grandes. Además, en esta obra se dan minuciosos detalles de construcción, mostrando tanto una mentalidad más basada en el ensayo y error que en la razón, así como una preocupación social y utilitaria, a la par que cultural e intelectual, pues pretende que sus invenciones se puedan reproducir. Para al-Jazari los inventos no son una propiedad, son un descubrimiento para la humanidad.

          La obra comienza reconociendo la grandeza de Allah, la de su profeta, y la del califa, así como el hecho de que este le ordene escribir un libro sobre sus artefactos. De hecho, la función de estos inventos está íntimamente ligada a los designios del califa, por lo que se expone claramente el valor que estos tienen para permitir el control (del tiempo, por ejemplo): «[estos] tipos de máquinas de gran importancia que han llegado a mi conocimiento, ofrecen distintas posibilidades para un control milagroso» (CID 40). A este respecto son curiosas las jarras y cuencos, algunas de las cuales (capítulos 1–4) están diseñadas para que los califas puedan lavarse las manos sin necesidad de que un esclavo les eche el agua (que, al parecer, era desagradable para los líderes del momento), mientras que otras permiten medir la sangre que se le extrae a un paciente (capítulos 5–8), lo cual tenía gran importancia para la medicina.

          Al-Jazari recoge alrededor de cincuenta artefactos divididos en seis categorías, con un carácter tanto lúdico como práctico, propios de la mentalidad árabe del momento. La primera categoría se dirige a la creación de relojes, lo cual es importante para controlar y medir el tiempo, pero también para organizar la sociedad y los repetitivos rezos islámicos. Con estos artefactos, «a través de los cuales se puede medir el paso constante del tiempo y de las horas solares» (CID I, I), se marcan las horas del día (incluso los minutos) con sonidos que se pueden oír a grandes distancias (otra muestra del carácter social de su obra). Estos tienen tanto una gran complejidad (como el reloj de puerta, el del barco o el del elefante), como una sencillez que recuerda a los relojes actuales (como en el que se marcan las horas sobre una superficie circular).

          En todos estos relojes el paso del tiempo se controla con un elemento externo independiente del Sol, como un reservorio de agua o una vela, de tal manera que lo que produce los movimientos en el reloj no son los ciclos naturales, sino los intereses humanos (algo que se había inventado anteriormente, por al-Murabi, en fechas similares). Y a diferencia de los de arena o las clepsidras, no se mide el paso de un pequeño intervalo concreto, sino de periodos mayores (como un día) y de manera cíclica y automatizada. No se mide el movimiento del Sol, sino el paso del tiempo en sí mismo (pues el flujo de agua es controlado en su práctica totalidad por los operarios del reloj), y no se recurre al reloj en un momento determinado, sino que este está siempre funcionando. Así, al medir el tiempo acorde a sus propios artefactos, el hombre consigue independizarse un poco más de aquello que pretende dominar. El tiempo, ahora, está en sus manos.

          En la segunda categoría de inventos, se recogen juegos de bebida y animación propios para las fiestas reales, como un dispositivo que se bebe los restos de vino que deja el rey (capítulo sexto), un muñeco capaz de servirse vino y bebérselo (capítulo octavo) o una «chica esclava» (término utilizado en numerosas ocasiones), que sale cada cierto tiempo (un octavo de hora) de un armario con una copa de vino para el rey o quien tenga dinero para comprársela (capítulo décimo). El artefacto que más destaca, quizás de todo el libro (junto con el reloj de elefante), es un barco capaz de moverse en un estanque con figuras del rey, sus colegas y sirvientes, así como algunos músicos y esclavas que tocan sus instrumentos cada media hora (capítulo cuarto).

          Este libro, por lo tanto, es una muestra del arte, el ingenio y la cultura tanto árabe, como humana.

Citas: The Book of Knowledge of Ingenious Mechanical Devices, Ibn al-Razzaz aI-Jazari. Traducido y comentado por Donald R. Hill.

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