Parte I: los primeros choques con la India

Parte I: los primeros choques con la India

octubre 31, 2018 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Día 0. Preparación
Día 1. Nueva Delhi – Haridwar
Día 2. Haridwar. Los ghats; el templo de Ganga
Día 3. Haridwar – Rishikesh
Día 4. Rishikesh, la capital del yoga
Día 5. Rishikesh – ¿Gangotri?
Día 6. ¿Gangotri?

 

Día 4. Rishikesh, la capital del yoga

Suena el despertador a las 5:15 de la mañana, pero ya llevo un buen rato despierto. Se oyen cánticos en sánscrito de algún lugar cercano. Salgo únicamente con las llaves del hotel y me dirijo al ghat que está justo en frente del áshram. Llueve desde ayer por la tarde. Me quito los zapatos y me sumerjo en el Ganges, mientras una estatua de Shiva el asceta me observa de frente, impasible.

India_2018_blog_p.I_024

A pesar de la lluvia y de las heladas aguas del Ganges, hace calor durante todo el día, por lo que el agua se evapora a gran velocidad, provocando una bruma densa que devora las casas a su alrededor. Sobre ella brotan las cimas de las colinas más altas, como si se apoyaran en la mismísima bruma. El sonido del Ganges es atronador. Teniendo su fuente a unos escasos doscientos kilómetros, guarda la fuerza con la que nació.

India_2018_blog_p.I_036

Tras bañarme en el Ganges, me dirijo a un puestecito callejero para pedir un té (chai lo llaman ellos, el cual consiste en té negro con leche y especias) y algo de desayunar. Solo tienen unas galletas de pan. Como dicen los ingleses: good enough. Paseo un poco por la ciudad mientras busco algún hotel para hoy, ya que en el áshram me dijeron que sólo tenían habitación para una noche. Todo está “lleno” o es solo para indios. Lo de “lleno” es un decir, ya que lo deciden ellos según les parezca. Te examinan de arriba abajo y, si eres extranjero, no te permiten estar en su hotel y punto. Todavía me quedaba mucho que pasar respecto a este asunto… El caso es que no conseguí que me aceptasen en ningún sitio y decidí volver a por mis cosas. En el camino de vuelta paré en una tienda a comprar un pañuelo y, como no entendía las letras en hindi, le pregunto al tendero si es para adorar a Shiva, a lo que se ríe y me dice: “es igual, todos los dioses son el mismo”.

El hinduismo no responde a las clasificaciones occidentales. No es politeísta, aunque contemple muchos dioses, ya que todos son el mismo; no es monista porque no hay un único dios, si bien es cierto que hay una trinidad superior como en el cristianismo y un principio último que los incluye; no es dual ya que no hay dos fuerzas principales como en el monismo o el taoísmo. Tampoco es una religión propiamente dicha, pues en muchas ocasiones es más una filosofía que busca el principio último de la realidad, pero está conformada por dioses; no es una práctica, aunque se practica, ni es puramente teórica aunque tenga todo un sistema de pensamiento detrás. No es una cultura popular, pues tiene grandes intelectuales detrás, pero tampoco es abstracta y alejada del pueblo, pues la gente más llana también participa plenamente de ella… Algunos lo consideran sencillamente no-dual, o se refieren a ella como “sabiduría”.

Al volver al áshram, ya con mi pañuelo de Krishna, decido volver a preguntar por una habitación. Ayer me habían dicho que estaba todo lleno, pero no les creí. En efecto, el recepcionista me miró de arriba abajo y se quedó unos segundos en silencio, mientras yo pensaba: “¿qué tienes que pensar? ¿Tienes o no tienes una habitación?” Al final aceptó medio a regañadientes, como si le molestase pero me viese un huésped en el que confiar… Bueno está.

[…]

El resto de la tarde lo pasé cerca de Lexham Jhula, el otro puente peatonal que atraviesa el Ganges. En esta zona hay más turistas, agencias de viajes, alguna cafetería… Es más occidental y menos auténtico, pero no deja de ser un buen lugar por el que pasear.

Decidí volver pronto para disfrutar de las actividades del áshram. La primera fue una clase de yoga que había a las cinco. Ya conocía esta práctica (o filosofía) y la clase fue similar a las que tuve en occidente, aunque más enfocada a su ámbito teórico y menos a sus consecuencias prácticas. Sin embargo, lo que sí me sorprendió fue la mezcla entre yoga y canto, el cual se usa para las relajaciones, así como al principio y al final de las sesiones. Recuerdo la sensación de la última canción que cantó la profesora: Asato má, pero no podría describirla. Transmitía una sensación muy pura, mezcla entre llanto, plegaria y aceptación. En este enlace se puede escuchar una versión moderna de esta canción, aunque no he podido encontrar ningún video que transmita la pureza con la que versión que yo escuché por primera vez:

Om Asato Maa Sad-Gamaya

Tamaso Maa Joytir-Gamaya

Mritoyr-Maa Amritam Gamaya.

[Guíame del engaño a la verdad,

guíame de la oscuridad a la luz,

guíame de la muerte a la inmortalidad.]

Después de la clase fuimos a un aarti, que es un ritual de adoración mediante el fuego en frente del Ganges. Se realiza todas las noches en cientos de lugares a lo largo de la cuenca del río sagrado, con cantos, ofrendas florales, diversos sonidos y fuego. Siempre hay fuego. En Parmarth Niketan, son los chicos que estudian en el áshram los que se encargan de relizar el aarti, llevando la voz principal y tocando algún que otro instrumento. La gente se une a los cantos, que suelen leer de pequeños recopilatorios, como los libros de canciones de la iglesia.

Termino reventado. Entre el yoga, los cantos, pasear por la ciudad… De hecho, tengo unas pequeñas rozaduras en los pies por usar las sandalias más tiempo de lo debido. Decido irme a dormir, que mañana me espera un viaje largo hasta Gangotri. Al menos, esa era mi idea…

PD: en cuanto tuve Wi-Fi agregé al chico de la tienda de reparación de móviles, que tan interesado estaba en charlar conmigo por Facebook para aprender inglés, pero nunca aceptó mi invitación. Qué mal…

 Página siguiente >>

Puedes compartir esta entrada en tus redes sociales:

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7