Etiqueta: naturaleza

noviembre 29, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (VI) – La razón observadora

«La conciencia ya ha alcanzado el momento de captarse a sí misma como objeto, pero todavía lo observa como distinta de sí misma. Para unificar el objeto con la conciencia hay que ascender a la razón, pues esta se identifica con lo que conoce, es decir «su pensar mismo es, de manera inmediata, la realidad; se comporta como un idealismo frente a ella», pues en el idealismo se explica el objeto en base a las estructuras contenidas en la mente del sujeto que lo conoce. De esta manera se resuelve la dialéctica anterior entre el ser en sí y el ser para la conciencia, es decir, entre el objeto en sí mismo y el objeto en tanto que conocido por el sujeto, mediante la unidad de ambos, pues aquí «lo que es, o lo en sí, solo es en tanto que para la conciencia, y lo que para esta es, también es en sí». Y esto se realiza en base a leyes (de la naturaleza, de la sociedad…). Pues, la «razón» busca la unificación de la totalidad de la realidad en base a leyes, igual que el «entendimiento» en base al concepto».

agosto 27, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

El sistema de la naturaleza (I)

«Es el siglo XVIII, Europa. Las ciencias están unidas a la religión cristiana, desarrollándose no necesariamente en base a esta, sino paralelamente. No se trata de probar la verdad científica de la Biblia, sino de estudiar la naturaleza como creación divina. Pero estudiar la naturaleza, al fin y al cabo. Y es que «El fin de la creación de la tierra es la gloria a Dios, a través de la obra de la naturaleza, por el hombre únicamente». Por lo que «La contemplación de la naturaleza es la vía próxima y más abierta para la admiración de Dios». Y esta obra es la «Naturaleza: ley inmutable de dios, que es aquello que es». Y esto se propone estudiar Linneo».

agosto 14, 2021 4 Por Alberto Buscató Vázquez

Aristóteles (VII) – Principios físicos

«Tras establecer los fundamentos de la lógica, Aristóteles aplica este método a la física. Filósofos anteriores habían reflexionado sobre cuál era el primer principio material de la naturaleza, si el agua o el fuego, el aliento primitivo o el número… Pero no había una clara discusión sobre el movimiento (al menos de manera cualitativa). De hecho, había una tradición de negarlo. Parménides defendía que el mundo era uno (pues el ser es absoluto, ya que todo lo que no engloba es «no ser», por lo tanto no es), donde el movimiento no se podía dar: moverse del ser al ser no sería moverse; del no ser al ser, no sería posible; y del ser al no ser no sería: «lo generado tendría que llegar a ser o del ser o del no-ser, pero ambas alternativas son imposibles; porque de lo que es no puede llegar a ser, puesto que ya es, y de lo que no es nada puede llegar a ser, puesto que tendría que haber algo subyacente. Y así, extremando las consecuencias inmediatas, llegaron a afirmar que no existe la multiplicidad, sino solo el Ser mismo». Incluso su discípulo Zenón había planteado varias paradojas del movimiento con la intención de negarlo».

noviembre 10, 2020 1 Por Alberto Buscató Vázquez

El descubrimiento de la luz (I): Naturaleza

El estudio serio de la luz comienza con un sencillo experimento de Newton con el cual consigue difractar un rayo de luz en sus distintos colores. Cuando William Herschel intentó medir el calor que producen estos colores, descubrió que había «luz» que no veíamos, más allá del rojo. El Sol produce radiación capaz de ser vista por nuestros ojos y otra, de la misma naturaleza (pues es igualmente refractable, aunque en menor grado que el color rojo –igual que este lo es en menor grado que el violeta–) capaz de producir el calor. Y esto implica que deben de tener la misma causa y naturaleza, o, dicho de otra forma, la luz visible y el calor son lo mismo, aunque nosotros (los seres humanos) los percibamos en base a distintos sentidos (la vista y el tacto respectivamente), lo que hace que nos parezcan distintos. Comenzábamos a profundizar en los secretos invisibles de la luz.

junio 27, 2020 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Simone de Beauvoir: los mitos (III)

«La mujer es a un tiempo Eva y la Virgen María. Es un ídolo, una criada, la fuente de la vida, una potencia de las tinieblas, es el silencio elemental de la verdad, es artificio, charloteo y mentiras, es la sanadora y la bruja; es la presa del hombre, es su pérdida, es todo lo que no es y desea tener, su negación y su razón de ser. […] El hombre busca en la mujer el Otro como Naturaleza y como su semejante. Conocemos no obstante los sentimientos ambivalentes que inspira la Naturaleza al hombre. Él la explota, pero ella lo aplasta, de ella nace y en ella muere; es la fuente de su ser y el reino que somete a su voluntad; es una ganga material en la que el alma está presa, y es la realidad suprema; es la contingencia y la Idea, la finitud y la totalidad; es lo que se opone al Espíritu y el Espíritu mismo. Alternativamente aliada y enemiga, aparece como el caos tenebroso del que brota la vida, como la vida misma y como el más allá hacia el que tiende: la mujer resume la naturaleza como Madre, Esposa e Idea. Estas imágenes se confunden y se enfrentan y cada una de ellas presenta un doble rostro».

marzo 26, 2020 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Reflexiones sobre el feminismo (III): aceptar e incorporar desigualdades

Quizás la sociedad futura no tenga que basarse en la fuerza, el dominio y la competición, sino en la paz, el respeto y la hermandad. Necesitamos replantear las sociedades basadas en la producción y el capital; cuestionar la discriminación y la meritocracia como formas de estructuración social; plantearnos si el juicio es el mejor método para relacionarnos con el otro; si no es contraproducente el control de la naturaleza a través de la ciencia y la tecnología para superar nuestro miedo ancestral; si la luz que busca vencer a la oscuridad infinita y primordial no nos está deslumbrando, haciéndonos más ciegos… Hay que llegar hasta el fondo y, sinceramente, no estamos preparados para ello.

octubre 3, 2019 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Departamento de Quetzaltenango

Una laguna en el cráter de un volcán, termas de aguas calientes, músicas y danzas mayas, cultura y decadencia… Xelajú. «Después de darle la vuelta a la laguna y descansar un rato en sus orillas, cuando comenzamos a subir, un grupo de mayas mam empezaban un rito. Subimos oyendo sus cánticos hasta poco antes de las once de la mañana, cuando la laguna empezaba a nublarse, justo en dirección a los nativos que, con sus plegarias, parecían llamar a la niebla».