«El capital ha pasado a controlar todos los fenómenos de la vida moderna, incluyendo las relaciones internacionales, las dinámicas de desarrollo histórico y hasta la propia vida de sus individuos, oprimiendo principalmente al proletariado, pero también a la clase dominante: la burguesía. Sin embargo, de las propias dinámicas del sistema de producción capitalista surgen las causas de su propia extinción: las crisis cíclicas y el hartazgo del proletariado, que terminarán con este sistema para volver a la cooperatividad del trabajo y establecer la igualdad entre seres humanos. Aquí surge el comunismo, de la extrema situación en la que se encuentran los trabajadores en las fábricas, incluyendo mujeres (que antes no trabajaban en ellas) y niños, que se veían obligados a realizar jornadas laborales de más de 16 horas con muy malas condiciones de trabajo, que llegaban a acortar notablemente sus vidas».
«Para aumentar la plusvalía (y mantener las clases sociales que sustentan el sistema de producción capitalista), el salario de los trabajadores es exclusivamente lo que necesitan para su propia subsistencia «y ni un átomo mayor», es decir, lo estrictamente necesario para el mantenimiento de las condiciones biológicas que mantienen al trabajador con vida y con ciertas capacidades necesarias para desempeñar su función: «la suma de los medios de subsistencia debe ser suficiente para mantener al individuo, en tanto que trabajador, en sus condiciones de vida normales». Con otras palabras: «El valor de la fuerza de trabajo está determinada por el valor de los víveres necesarios habituales del trabajador medio». Y, dada la mortalidad natural del trabajador, hay que tener en cuenta los medios necesarios para el sustento y desarrollo de su progenie, que serán quienes le reemplacen (idealmente), incluyendo la educación que les hará aptos para el trabajo».
«Una vez establecidos el sistema de producción y la circulación de mercancías, surge el sistema de producción capitalista. No obstante, si el capitalista vende una mercancía por lo que le cuesta comprar las materias primas, más las herramientas de trabajo, más la totalidad del valor que el trabajador introduce en cada mercancía a través de su trabajo, el beneficio sería exactamente cero: «el valor de la fuerza del trabajo y el valor que introduce durante su proceso de trabajo son dos cantidades diferentes». Por lo tanto, para que el capital pueda acumularse en las manos del capitalista, debe pagar al trabajador menos de lo que este produce: «El secreto de la revalorización propia del capital se resuelve en la disponibilidad de una cierta cantidad de trabajo externo no pagado»».
«La sociedad burguesa era el sueño del siglo XVIII, que planteaba la necesidad de una clase libre e independiente, generadora de riqueza y fundamento de la paz social en cuyo seno podría desarrollarse el ser humano, una clase que eliminase los privilegios de cuna de los estamentos medievales ostentados por el rey y la nobleza, así como por el clero, para establecer un régimen basado en el esfuerzo propio y en la generación de bienes de consumo que facilitasen la vida al ser humano. Pero el sueño de libertad y paz acaba siendo solo un ideal, pues la burguesía se centra por completo en el desarrollo de la industria (o del «método de producción capitalista»). Esto no sería un problema, de no ser por su extensión. En la eliminación de los estamentos sociales y valores tradicionales, la burguesía acaba creando un nuevo orden social y unos nuevos estamentos que continúan oprimiendo a la inmensa mayoría de los ciudadanos (y no únicamente a los trabajadores)».
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