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abril 21, 2019 Desactivado Por Alberto Buscató Vázquez

Cinco días en Roma

Y, entonces, llegamos. Un pequeño grupo de personas se arremolinaba en una minúscula placita que albergaba una obra maestra entre cuyos recovecos fluían calmas, como si no fuese con ellas la cosa, aguas claras como las de un lago glaciar, dando el toque justo de dinamismo a un conjunto de tritones, hipocampos y al mismísimo océano, que quedaron petrificados para poder formar parte, durante una eternidad, de la Fontana di Trevi.Cientos de pequeñas monedas relucían en su fondo despidiéndose de los turistas que las lanzaban de espaldas como si fuesen las estrellas que, en pleno día, se dejasen reflejar en sus aguas y una armonía que envidiaría cualquier paisaje natural reinaba en la plaza. El monumento reposaba sobre las calles de Roma como si siempre hubiese estado ahí, como si el resto de la ciudad se hubiese construido a raíz de ella y acorde a ella, como si hubiese surgido de la tierra de manera natural.

diciembre 9, 2018 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Parte V: Kolkata, la ciudad de la alegría

Un hombre afeita a otro a navaja en la calle, sentados sobre sendos taburetes de madera; otro va sin camiseta, con una toalla al cuello y una pastilla de jabón en la mano para ducharse en la fuente más cercana; un tercero se lava los dientes en medio de la carretera, escupiendo la espuma en una boca de alcantarilla; más allá, una mujer lava la ropa con ayuda de un pequeño barreño, frotando los saris contra el asfalto, mientras que otra friega los cacharros de la cena de ayer, para usarlos en el desayuno. Los tenderos empiezan a colocar el género a la vista, los que no llevan ya varias horas sirviendo tés o zumos de azúcar o fruta variada. Uno de ellos pela granadas una a una echando los granos en un gran barreño a sus pies, otro espera tranquilamente con un machete de gran tamaño al lado de un bloque de hielo de unos dos metros de largo, dos de ancho y unos treinta centímetros de alto a que alguien le pida un par de kilos para refrescar cualquier cosa, los carniceros (árabes) hacen volar los cuchillos con destreza y el aire de las inmediaciones del bazar se impregna de un olor a óxido denso y penetrante. Kolkata despierta.