Etiqueta: conciencia

noviembre 29, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (VI) – La razón observadora

«La conciencia ya ha alcanzado el momento de captarse a sí misma como objeto, pero todavía lo observa como distinta de sí misma. Para unificar el objeto con la conciencia hay que ascender a la razón, pues esta se identifica con lo que conoce, es decir «su pensar mismo es, de manera inmediata, la realidad; se comporta como un idealismo frente a ella», pues en el idealismo se explica el objeto en base a las estructuras contenidas en la mente del sujeto que lo conoce. De esta manera se resuelve la dialéctica anterior entre el ser en sí y el ser para la conciencia, es decir, entre el objeto en sí mismo y el objeto en tanto que conocido por el sujeto, mediante la unidad de ambos, pues aquí «lo que es, o lo en sí, solo es en tanto que para la conciencia, y lo que para esta es, también es en sí». Y esto se realiza en base a leyes (de la naturaleza, de la sociedad…). Pues, la «razón» busca la unificación de la totalidad de la realidad en base a leyes, igual que el «entendimiento» en base al concepto».

noviembre 25, 2021 2 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (V) – La conciencia propia

«La «conciencia propia» es el segundo momento en el desenvolvimiento del espíritu. Aquí se pasa por primera vez de la certeza que obteníamos en la conciencia al concepto de verdad, que se da en la igualdad entre la conciencia y el objeto, es decir, cuando la conciencia se identifica con el objeto de su conocimiento, porque se conoce a sí misma. Esto comienza con la identificación de la coneicnaic consigo misma, continúa con el reconocimiento de la otra conciencia y termina elevándose a conciencia general».

noviembre 20, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (IV) – Estadios de la conciencia

«Ahora el entendimiento eleva y supera esta contradicción al alcanzar una realidad unitaria superior, cuya comprensión se da en base al concepto, es decir, «esta unidad es su concepto como concepto». Es decir, la sal no se percibe, solo se perciben sus propiedades externas. Tampoco la unidad de estas propiedades la puede captar la percepción. La sal, el árbol o cualquier entidad unitaria, son pensadas, es decir, planteadas por el entendimiento en base a un concepto. Este concepto, y la unidad que implica, es la superación de la dialéctica entre la multiplicidad de propiedades y la unidad del objeto, que no se podía resolver en la percepción».

noviembre 15, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (III) – Primer momento: la conciencia

«El conocimiento comienza con la certeza sensible, que se presenta a la conciencia de manera inmediata y absolutamente concreta: un árbol, el color negro, una pizca de sal. Todos estos objetos los capta la conciencia mediante la sensibilidad. No obstante, el árbol que se quiere captar a través de su certeza sensible en el aquí y el ahora, no es más que un ejemplo de un árbol, ya que cuando cambia dicho aquí y ahora el árbol deja de ser captado. Es decir, la percepción sensible depende del espacio en el que se sitúa la conciencia (que siempre es «aquí») y el tiempo en el que se sitúa (el «ahora»). Y cuando estos cambian, cambia lo que percibe».

noviembre 10, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Hegel (II) – Fenomenología del espíritu (II)

«Si quisiéramos ver un roble, no nos contentaríamos con una bellota, aunque en esta se encuentra en potencia la totalidad del desarrollo del árbol, con sus múltiples etapas y sus diversas formas. Si bien en la bellota encontramos el principio generador del roble, esta no es más que eso, el principio indiferenciado de todos los momentos del ser posterior, no el roble en sí. Aunque en su unidad esté contenido todo el desarrollo posible, con una infinidad de momentos y formas distintas (como hojas, flores, ramas…), lo están de manera indiferenciada, por lo que aunque podamos intuir el roble en la bellota (igual que se intuye el todo en el absoluto), no podríamos comprender o captar el árbol en la semilla. Tampoco le haría justicia un único momento de su desarrollo (digamos, a los dos o a los treinta años de crecimiento), sino solo la totalidad de su desenvolvimiento que incluye todos y cada uno de los momentos que constituyen el ser vivo, aunque cada uno de ellos desaparezca para formar el siguiente, como «el capullo desaparece en la eclosión de la flor»».