Etiqueta: análisis

octubre 2, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Aristóteles (XII) – La ciencia de la verdad

«”La sabiduría es una ciencia de los principios”, y esta esla ciencia que ahora buscamos, como había enseñado el maestro. Pero, ¿en qué se diferencia la metafísica de cualquier otra ciencia? ¿No explica la física las cuatro causas? ¿No trata la lógica sobre los principios? La metafísica es “una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo es, y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen”, es decir, “se trata de buscar los principios y las causas de las cosas que son, pero obviamente, en tanto que cosas que son”. Se buscan, por lo tanto, “los principios y causas supremas” de las cosas en sí mismas, de “lo que es”. Aquí encontramos a un Aristóteles en gran medida platónico».

septiembre 24, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Aristóteles (XI) – La estructura del cosmos

«De estos movimientos naturales surge la estructura del universo, con un centro producido por la acumulación de la tierra (que tiende hacia él naturalmente): “al desplazarse las partículas de todos lados por igual desde los extremos hacia un único centro, la masa resultante será similar por todas partes”. Además, “vemos que el cielo da vueltas en círculo”, cuyo centro es la Tierra. De ahí que esta no se mueva y sea obvio “dar por supuesto que la tierra está quieta”, porque es el punto central de una esfera en rotación».

septiembre 17, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Aristóteles (X) – Los elementos

«”La tierra es el elemento más grave, por lo que «subyace a todos”, es decir, la encontramos en el suelo; mientras que el fuego es el elemento más leve, es decir, “el que se superpone a todos”, por lo que tiende hacia arriba. Entre estos dos se encuentran el agua (menos grave que la tierra) y el aire (menos leve que el fuego), siendo el agua más grave que el aire, como muestra la experiencia más cotidiana: “el fuego y la tierra son los cuerpos extremos y más puros, mientras que el agua y el aire son los intermedios y más combinados”».

agosto 21, 2021 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Aristóteles (VIII) – El movimiento

«Todo movimiento tiene tres términos, a saber, un sustrato en el que se da dicha generación, una causa que lo produce y un fin hacia el cual se mueve desde un estado concreto [su forma, los contrarios]: “en todos los casos cambia algo, por la acción de algo, y hacia algo. Aquello por cuya acción cambia es lo primero que mueve. Lo que cambia es la materia. Aquello hacia lo cual cambia es la forma”. Pero, ¿por qué se produce el movimiento? Es decir, ¿cuál es la causa del movimiento? Aristóteles recoge las causas que, inconsciente y asistemáticamente, han usado sus predecesores, dándoles un carácter sistémico, y las reduce a cuatro: material, formal, efectiva y final».

junio 25, 2021 0 Por Alberto Buscató Vázquez

La mentira de Yudistira

«La gran epopeya India, el Mahabharata, es la historia de una guerra entre hermanos. O, mejor dicho, representa simbólicamente la historia del hombre [no tanto del ser humano en general], y cómo la guerra pervierte incluso a la persona más honesta. Durante gran parte de esta historia, incluso cuando los protagonistas tienen que vivir en el exilio y sufrir las injusticias del destino, sus comportamientos se dan acorde con el dharma o, podríamos decir, la virtud y la ley divina. Especialmente en el caso de Yudistira, el mayor de los hermanos, pues este consigue mantenerse siempre virtuoso en los momentos más complicados, incluso cuando sus seres queridos dudan de él. Pero la guerra lo cambia todo».

noviembre 6, 2020 3 Por Alberto Buscató Vázquez

Isaac Newton (II): La gravedad universal

Al calcular el valor de esa fuerza para la Luna respecto a la Tierra, obtuvo que esta recorrería 15 1⁄12 pies parisinos en un minuto y «con esa fuerza descienden de hecho los graves en la Tierra» (P, libro III: proposición IV). Y voilá. […] Esto implica que la fuerza que mantiene al universo cohesionado no es, por lo tanto, la naturaleza del éter ni el movimiento propio de los cuerpos celestes ni una mente cósmica, sino la fuerza de la gravedad, es decir, la que se usaba para hacer referencia a la caída de los cuerpos (los graves) en la superficie terrestre: «ambas fuerzas, estas de los cuerpos graves y aquellas de las lunas, [tienden] al centro de la Tierra y [son] semejantes entre ellas [… por lo que] tendrán la misma causa» (P, libro III: proposición IV). De hecho, esta fuerza había sido llamada centrípeta durante todo el libro (es decir, la que haría que los planetas se dirijan hacia el centro de otros cuerpos celestes), pero ahora se ha descubierto que esta fuerza es la de la gravedad, que explica tanto la caída de los objetos sobre la superficie terrestre como el movimiento de los cuerpos celestes en el espacio. Nace un nuevo sistema del mundo.

octubre 31, 2020 4 Por Alberto Buscató Vázquez

Isaac Newton (I): Las leyes del movimiento

En su obra principal, Principios matemáticos de la filosofía natural (Philosophiæ naturalis principia mathematica), Newton explica los fundamentos de la mecánica, una ciencia capaz de estudiar los movimientos de los cuerpos de forma precisa y concreta, gracias al desarrollo del cálculo diferencial, unificando así los movimientos planetarios y los terrestres y creando, por lo tanto, un sistema del mundo en base a la teoría de la gravedad. Además de explicar toda una serie de fenómenos desconocidos por el momento (como las mareas o, parcialmente, la precesión de la Luna), ejemplifica una nueva forma de hacer ciencia, ya que en este texto se encuentran tanto los fundamentos de gran parte de la física y la ciencia en general, como las concepciones filosóficas y religiosas particulares del autor.

octubre 2, 2020 1 Por Alberto Buscató Vázquez

Galileo (II): los movimientos terrestres

Además de las observaciones de las irregularidades del cosmos, Galileo era un firme defensor de los movimientos terrestres, tanto del diurno como del anual, lo cual fue la principal razón por la que le prohibieron pronunciarse sobre este tema (y por la que escribió sus últimas obras en forma de diálogo). La defensa de estos movimientos es la mejor apología de una ciencia elegante a la par que objetiva, pues no está prácticamente basada en observaciones (excepción sea hecha respecto a las fases de Venus), sino en razonamientos y en la creencia en un sistema simple y armónico. De hecho, gran parte de una de sus mayores obras, Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, sobre la cual Einstein decía que era «fundamento para cualquiera que esté interesado en la historia del espíritu de occidente y por su influencia en el desarrollo económico y político» (AE), está orientada a refutar los argumentos que se oponen al sistema copernicano, y es en gran medida teórica y con una gran carga subjetiva.

septiembre 26, 2020 9 Por Alberto Buscató Vázquez

Galileo (I): Las irregularidades del cosmos

Desde los orígenes de la humanidad, el cielo se ha observado a simple vista, descubriendo el movimiento de algunos planetas y de las estrellas, por no hablar del de la Luna o el Sol, definiendo constelaciones en la bóveda celeste… y creando una cosmología en base a estas observaciones en las que los astros parecen perfectos e incorruptibles, divinidades que surcan los cielos en órbitas absolutamente regulares. El propio Galileo estudió así el cielo durante muchos años, anotando el movimiento de los astros y estudiando los textos científicos y filosóficos al respecto, mostrando una clara predilección por el platonismo y el sistema copernicano que situaba al Sol en el centro de «todo», mientras que era contrario al aristotelismo y al escolasticismo, que había tenido su auge un par de siglos antes, para los cuales los astros eran seres incorruptibles

septiembre 18, 2020 6 Por Alberto Buscató Vázquez

El sistema de Copérnico

Copérnico plantea, no por primera vez, pero sí de manera definitiva, el sistema por el cual la Tierra, como el resto de planetas, se mueve alrededor del Sol, que se consideraría inmóvil en el centro del universo. Esta teoría era tremendamente revolucionaria, pues se oponía tanto a las autoridades intelectuales básicas del pensamiento occidental como a la cosmovisión cristiana por la que los hombres eran el centro del universo y estaban «abajo», con la materia, mientras que las divinidades incorruptibles estaban en lo más «alto» del cielo. Además, planteaba que la Tierra se movía a una gran velocidad, lo que es a todas luces contraintuitivo, pues no cuadra con la experiencia común. El propio Copérnico entendía que sus teorías iban «contra la opinión tradicional de los astrónomos y casi contra el sentido común». ¿Por qué proponer este sistema, entonces?