Parte II: siete días con los eremitas

Parte II: siete días con los eremitas

octubre 31, 2018 0 Por Alberto Buscató Vázquez

Día 6. Gangotri (continuación)
Día 7. ¡Gangotri! Primer día en el áshram
Día 8. Vuelta a Uttarkashi a por suministros
Día 9. Gangotri, el kathá
Día 10. Gangotri, reflexiones
Día 11. ¿Gaumuk? Gangotri y el maestro
Día 12. Gangotri… ¿y el puente?
Día 13. Gangotri, último día

 

Día 9. Gangotri, el kathá (कथ)

“Despierto con la luz del sol. No sé qué hora es, pero tampoco es relevante. Dedico los primeros minutos de la mañana al aseo, que aquí lleva más tiempo del que parece: lavarme los dientes, limpiar la ropa a mano, curar las rozaduras de los pies… El áshram está vacío y las nubes de ayer siguen rodeándonos incrustadas en las cadenas montañosas que nos rodean, aunque ya empiezan a ascender imperceptiblemente. El maestro está ya arreglado, adecentando los templos, barriendo el suelo y quemando los restos de caléndulas que recogió hace un par de días.

Bajo al Ganges y, tras presentarle mis respetos mojándome la punta de los dedos y llevándomelos a la frente (ya que hace mucho frío para bañarme en él), me quedo ensimismado mirándolo. Su fuerza es espectacular, infinita, incansable. Se estrella constantemente contra piedras de más de un metro de diámetro derrumbadas, quizás, pocos años atrás. Algunas de ellas, en su imparable caída hacia las aguas, han dejado una estela de destrucción en la que solo crecen pequeños pinos. Otras, mucho más grandes, parecen llevar siglos en medio del cauce”.

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No parece que vayamos a salir hoy a Gaumuk, ya que el guía no me ha dicho nada y ya es tarde para empezar la caminata, así que decido sentarme en el patio donde se hacen las tareas de la mañana. Mi tarea aquí por el momento es curarme las heridas de los pies, que no parecen mejorar… Con la humedad que hay aquí no cicatrizan bien y se infectan a menudo. Es difícil desinfectarlas porque cualquier tipo de paño o tela está siempre húmedo o polvoriento y no se pueden limpiar porque el agua tamién está sucia: la del Ganges es puro barro, la de los pequeños riachuelos es agua de río ligeramente más limpia, pero no lo suficiente para dejar un paño limpio al cien por cien. Además aquí no hay papel. En ningún sitio. Tienes que ir a una farmacia a comprar unos pañuelos o unas vendas y en Gangotri ni siquiera en estos lugares puedes encontrarlo fácilmente. El caso es que decido ir al pueblo comprar una pomada para, por lo menos, evitar que se infecten.

Por el camino diviso, al otro lado del río, varios metros por debajo del sendero principal, un pequeño punto naranja que avanza por una pequeña senda hacia el pueblo. Es un baba shadu. Un poco más atrás está su casa. Parece que los maestros no usan el camino principal del parque nacional…

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Al llegar al pueblo, desayuno un té y una especie de triángulo frito de verduras picantes, ya que no es fácil encontrar aquí un café y un par de tostadas. Bueno está… Decido pasar la mañana por el pueblo, compro algún regalito para la familia (unas pequeñas piedras pulidas), una pomada para las heridas que cuesta 35 céntimos (no las hay mejores, ni más caras, pero me aseguran que esta está bien), un palo de bambú para la marcha a Gaumuk (¿saldremos finalmente mañana?) y visito una cascada de poca altura, pero con una fuerza impresionante, que está en medio del pueblo.

Vuelvo al áshram a ducharme al aire libre, bajo el sol, con un cubo de agua calentada con leña, y el valle del Ganges en frente. Con su eterno estruendo… Esta tarde es el kathá (creo), pero hasta entonces hay que hacer tiempo. Comemos, limpiamos los platos en comunidad, nos echamos la siesta… Vida sencilla. Justo al levantarme de esta veo entrar en la habitación un ratoncillo atraído por el olor de la fruta que llevo en la mochila. Son rápidos como el demonio, pero consigo asustarle un poco con el palo de bambú que me compré esta mañana y sale disparado por el agujero por el que ha entrado.

Y, cuando llega la hora, me dirijo al pueblo para el kathá, que se celebra junto al templo de Ganga (un edificio como tal en el que se hace culto al río que pasa a su lado, que también es un templo). La palabra sánscrita कथ significa historia o cuento y es una mezcla entre conciertos, conferencias y charlas. Un maestro se sitúa en un pequeño escenario ante cientos de fieles de todas las edades y condiciones que se congregan para verle. Prácticamente la población total de Gangotri está allí escuchándole cuando el maestro comienza a cantar. Varios músicos tocan los típicos instrumentos indios (una sitar, unos bongos (tablas), un shehnai…) y, cuando considera oportuno, deja el canto para ponerse a explicar algo (en hindi todo, claro). A veces parece hablar de algo de suma transcendencia y, otras, es como si charlase con sus oyentes. Luego sigue cantando, vuelven a sonar los instrumentos… Se tiran así toda la tarde.

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Cuando me cansé del espectáculo volví al áshram, sobre la hora de la cena. Las comidas son poco sociales, la gente se levanta y se va en cuanto acaba, pero son de los pocos momentos en los que hablan e intercambian impresiones. El maestro, en varias ocasiones dijo algo, se rio y me miró esperando una respuesta por mi parte. Yo le sonrío y sigo comiendo mi sopa con las manos. El guía me comenta que en un par de días, a lo mejor, podemos partir a Gaumuk. A pesar de que hoy ha hecho un buen día, las previsiones para mañana no son buenas y es importante que se prevean varios días sin lluvias para que dé tiempo a ir y volver. A ver si es verdad… Al poco tiempo estamos ya en las distintas habitaciones. Empieza a llover.

Hay una creencia muy extendida según la cual en la India se bebe el agua caliente. No es cierto. Sólo en las montañas y únicamente por las noches, se sirve agua ligeramente caliente para beber. No está tan mal.

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