Memorias de Guatemala

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Trigésimo día. Los museos de Ciudad de Guatemala

Esta noche partiríamos hacia el volcán de fuego, así que decidí aprovechar la mañana para visitar la ciudad y hacer algunas compras. Me dirigí al Museo de Arqueología y Etnología, donde por 60 quetzales tienes acceso a una (relativamente pequeña) colección de estructuras maya y una exposición de trajes regionales y reconstrucciones de los modos de vida típicos del país.

Se pueden encontrar reconstrucciones de frescos, estelas originales, maquetas de lugares importantes del país… Es una visita muy interesante, aunque es cierto que la colección quizás sea un poco pequeña (habrá unas quince salas, en una sola planta).

Después, para continuar con las visitas a museos, me dirigí al museo Popol vuh, situado en el interior de la Universidad Francisco Marroquín (a pesar de haber estado casi diez días en ella, no tuve ni media hora libre para acercarme al museo…). Me acompañó Sebastián, que estaba ese día en la universidad y me explicó el sentido de cada una de las piezas del museo. Se lo sabía de memoria. Me contó que solían venir de pequeños y que, estudiando al lado de él, solía pasarse de vez en cuando.

La entrada cuesta treinta y cinco quetzales, aunque te lo dejan en quince a estudiantes con carnet (de cualquier universidad). La colección de este museo es fantástica. Nada más entrar hay dos cráneos moldeados de los mayas que, según cuentan,  estiraban y deformaban desde que eran pequeños para dar un aspecto que consideraban divino a los nobles de las grandes ciudades. Es muy, muy llamativo. También se encuentran maquetas y reconstrucciones de lugares importantes como Tikal o el Mirador, así como joyas, mapas y esquemas, restos de algunas ruinas… Es una visita muy recomendable.

Por último, el museo Ixchel, de trajes regionales, que se encuentra a pocos metros del Popol vuh, también dentro de la universidad. Tiene los mismos precios y alberga una colección de trajes regionales inmensa. Para mí, fue demasiado, y solo eché un vistazo rápido a los distintos trajes, sin fijarme en los detalles ni leer sobre ellos. Pero a quien le apasione, ahí está.

Rebosante de nuevos conocimientos, decidí bajar un poco al reino de los mortales de nuevo, yéndome de compras. Tenía que comprar una linterna de cabeza para la subida al volcán de fuego, un regalo para un amigo y comida (mucha comida) para la caminata. Lo primero lo encontré en la séptima avenida, entre la novena y décima calle, que está llena de ferreterías y tiendas similares. Me dirigía hacia la plaza de la constitución, donde había cientos de puestos de libros y de artesanía, donde encontré un Su’t, o tejido típico muy usado por los mayas como vestido para el día a día, para eventos religiosos o con función de “mochila”, especialmente para los bebés (esto lo aprendí en el museo Ixchel esta misma mañana). Como mi amigo estaba esperando un hijo (que más tarde me enteraría de que resultó ser hija), decidí comprarles el Su’t hecho y pintado a mano por una mujer de San Juan de la Laguna. Por último me dirigí a un supermercado para comprar todo tipo de comida: barritas energéticas, bocadillos, plátanos, bebidas… Estaba listo para la última excursión: el volcán de fuego.

 

 

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