Memorias de Guatemala

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Decimonoveno día. Livingston: la cultura garífuna

La verdad es que este tour no me gustó demasiado. Estuvimos una hora recogiendo gente, pasamos cerca del Castillo de San Felipe de Lara y luego recorrimos el manglar que, sinceramente, no es tan bello como el de Monterrico-Hawaii. Paramos a ver unas cuevas pequeñitas y descansar cinco minutos y, tras un par de horas en lancha llegamos a Livingston.

“Bienvenidos a África” nos dijeron nada más llegar. En esta zona se puede ver la cultura garífuna: su artesanía típica (conchas de tortuga y tejidos jamaicanos), trenzas y rastras… pero sobre todo su gente. Conocí a un hombre y su mujer (Mary, él nunca me dijo su nombre) que me enseñaron la playa y su música por un par de botellitas de chaparra (un ron típico), a siete quetzales cada uno. Yo tomé guifiti, un ron típico de aquí aunque me quedé con ganas de pedir el tapado, que es la comida más famosa del lugar.

En fin… pagué 70 quetzales por una lancha de vuelta y el resto del día estuve visitando una aldea cercana al hotel. Varias casas muy humildes se agrupaban alrededor de unas plantaciones de chicle mientras los animales domésticos se aglomeraban en las calles (gallinas, perros, cerdos…). Es curioso ver una aldea guatemalteca, su pobreza y su ritmo de vida tranquilo, su pequeño tamaño que les permite conocerse unos a otros y se extrañan cuando entra alguien que no es de la aldea… Y su supervivencia, gracias al acceso a los recursos naturales.

Volví al hotel a cenar y dormir, el resto del día no tenía mayor interés. Mañana saldría para Ciudad de Guatemala y sólo quedaba pendiente la ascensión al volcán de fuego.

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